Cristianos y Chiistas huyen de sus casas en Siria por miedo a milicias Sunitas - Barahoneros

jueves, 23 de febrero de 2012

Cristianos y Chiistas huyen de sus casas en Siria por miedo a milicias Sunitas


Son las divisiones sectarias y religiosas en el terreno las que están amenazando escalar el derramamiento de sangre en Siria.Las minorías del país -cristianos, alauíes, kurdos y drusos- se han mantenido fieles al régimen en estos once meses de revuelta por miedo a que se desestabilice el equilibrio entre confesiones religiosas y perder la protección de la que gozan, mientras que la mayoría del país es suní.

Miembros de la comunidad de la minoría alauita de Siria (una rama de los chiitas) y los cristianos están huyendo de sus casas y ocultándose, aterrados porque los rebeldes islamistas vengadores los persigan a medida que más áreas del país caen bajo el control de los combatientes que tratan de derrocar al presidente Bashar al Assad.

Mientras muchos países han apoyado a la oposición, con la Asamblea General de la ONU aprobando el jueves a la noche una resolución pidiéndole a A-ssad que ceda el poder y Gran Bretaña comprometiéndose con 2,3 millones de euros para asistir a los sirios afectados por la lucha, la situación permanece funesta.

Las tropas sirias continúan con sus bombas sobre el baluarte central de la oposición de Homs y las fallas en las líneas diplomáticas prevalecen. China y Rusia votaron contra la resolución de la ONU y Beijing envió un diplomático a Damasco. En París, sin embargo, David Cameron y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, dijeron ayer que estaban debatiendo qué otra asistencia le podían brindar a la oposición.

Pero son las divisiones sectarias en el terreno las que están amenazando escalar el derramamiento de sangre, alimentado, de alguna manera, por la determinación de A-ssad, un alauita, de hundir a Siria en el caos antes que admitir la derrota. Wafaa Ahmad, una vendedora de seguros de una familia alauita de clase media, llevó durante los últimos 42 años una vida tranquila. Interrogada acerca de la actual masacre en su hogar en Homs, ella estalla en lágrimas y furia, feroz en su apoyo de matar a Assad.

“Si usted es un asesino, hay que matarlo. Es usted o yo. Es un caso de existencia: su vida o la mía. No soy una asesina, pero estoy lista para estar armada y matar si con eso le pongo fin a lo que está sucediendo”, le dijo a The Independent. Es el miedo lo que produce el odio en Ahmad.

Alauitas y cristianos están marcados por la experiencia de Egipto, donde el derrocamiento de Hosni Mubarak provocó más persecución para los cristianos y un crecimiento en los partidos políticos islámicos. Un peor destino les esperaba a los leales al régimen en Libia, donde las milicias armadas castigaron brutalmente a aquellos que eran percibidos como partidarios del coronel Muammar Khadafi.

Siria es un delicado tapizado de religiones. Miembros de la rama sunnita musulmana del Islam representan más del 70 por ciento de los 22 millones de habitantes de Siria. Pero durante décadas han sido marginados de las posiciones de poder por miembros de la secta alauita de la familia Assad, una rama del chiíta islámico que representa el 12 por ciento de la población de Siria. Sumada a esta mezcla hay una significativa población cristiana y drusa.

Y mientras muchos miembros de la oposición están desesperados por mantener por siglos su revolución, los informes de los funcionarios de Estados Unidos de que extremistas sunnitas y combatientes de Al Qaida entran a Siria desde Irak provocan aún más temor y le hacen el juego a la narrativa del régimen de un levantamiento islamista. Muchos sunnitas también tienen un sentimiento de rabia contra los alauitas que se han puesto del lado del gobierno aun cuando cometen atrocidades.

El sectarismo estaba ya en la sociedad siria y ellos (el régimen Assad) “lo usaron y jugaron con él”, dijo un ingeniero de Damasco, un cristiano que apoya a la oposición. Mientras ambas partes del conflicto se desviven por demostrar que son ellos los que pueden proteger a las minorías, es la familia Assad la que tiene una larga trayectoria en ese sentido. “Hay una tendencia a decir que el régimen sirio estaba protegiendo a las minorías”, agregó el ingeniero. “Pero Assad no está protegiendo a las minorías: se está protegiendo a sí mismo con las minorías.”

Cristianos en Siria, fieles a Al Assad como recurso para su supervivencia

«Esto es un complot contra Siria y queremos que nos dejen vivir en paz. Algunos países árabes quieren imponer su plan, cuando ellos no tienen ni libertad ni democracia», afirma -refiriéndose a Qatar y Arabia Saudí- desde su despacho ubicado frente al pequeño arco romano de la rotonda de la calle Recta que señala el límite del barrio cristiano.

La localidad situada en el norte de la Ciudad Vieja, aloja numerosas iglesias de diversas confesiones: ortodoxa siria, ortodoxa griega, armenia, católica griega, católica siria y maronita.

«Nosotros rezamos todos los días para que Dios proteja a Siria, al presidente Assad y para que cuide a sus hijos», explica El Khouri. Hijos de la comunidad cristiana, que están viviendo días de terror tras los combates entre las fuerzas armadas del régimen y los grupos armados en Homs y que se vieron obligados a huir en busca de seguridad después de los graves daños materiales ocasionados con la destrucción de sus edificios y lugares de culto.

La Obra de Oriente, una asociación católica francesa de ayuda y beneficencia, deploró esta nueva oleada de salidas de cristianos en la capital rebelde, ante la intensificación de los combates. El comunicado de la institución describe que «impotentes y aterrorizados en sus casas durante varios días, los habitantes del barrio de Boustane al Diwane, cristianos y musulmanes, vieron sus casas dañadas, saqueadas o destruidas. La iglesia greco-melquita Nuestra Señora de la Paz, resultó tocada y sus vidrieras rotas. En el mismo barrio, las escuelas greco ortodoxas y la de Raidd Kouzham fueron también dañadas».

El miedo cala hondo entre esta minoría en el país, una comunidad religiosa especialmente perseguida en Oriente Medio.

Las minorías del país -cristianos, alauíes, kurdos y drusos- se han mantenido fieles al régimen en estos once meses de revuelta por miedo a que se desestabilice el equilibrio entre confesiones religiosas y perder la protección de la que gozan, mientras que la mayoría del país es suní.

Pero los cristianos, que representan menos del 10 % de la población sobre un total de 22 millones de habitantes, aspiran a que Al Assad se quede en el poder. «Definitivamente los cristianos en Siria apoyamos a Bashar al Assad. Tenemos la esperanza de que esta tormenta no se extienda», dijo en conferencia de prensa, Yohana Ibrahim, el arzobispo ortodoxo sirio de Alepo.

«Nosotros no nos consideramos una minoría porque tenemos presencia en todos los espectros de la sociedad. Somos ciudadanos sirios porque la legislación protege a todas las religiones. De esta convivencia surge la belleza de esta sociedad, y de esa diversidad nosotros vivimos», expresa Chihade Abboud, director del Despacho del vicepatriarca de la Iglesia gregoriana.

«No vamos a abandonar Siria. Seguiremos aquí, aunque haya un plan para depurar a los cristianos» asegura Abboud. «El fundamentalismo es malvado porque ve sólo una parte de la realidad. Nosotros como cristianos o musulmanes tratamos de alejarnos de los extremismos».

Un extremismo que es temido por todas las facciones del cristianismo. El obispo greco melquita de Alepo, monseñor Jean Clément Jeanbart, manifestó que si el régimen sirio es derrocado existe la posibilidad de que se afirme otro más duro y de matriz islámica.

Es por ello que actualmente los cristianos se encuentran divididos entre el deseo de una apertura democrática del régimen de Al Assad, y el temor de sufrir la misma suerte de la población cristiana en Irak tras la invasión estadounidense con la caída de Sadam Hussein en el año 2003.

«Bashar es un presidente como no existe en todo el mundo árabe. Un futuro diferente no nos ofrece garantías, por eso apoyamos a este gobierno», declaró Ignacio IV Hazim, quien junto a Mar Ignacio Zakka I de la Iglesia ortodoxa siria, y Gregorio III Laham de la Iglesia católica- los tres patriarcas del cristianismo en Siria-, conforman un bloque compacto en defensa del gobierno de Assad, un recurso para su propia supervivencia.

Una supervivencia que se ve amenazada con ataques selectivos. El asesinato del sacerdote cristiano Basilius Al Nasser, párroco de la Iglesia ortodoxa romana en la provincia de Hama, fue el primer hecho que conmovió a la comunidad cristiana. Al Nasser fue asesinado por hombres encapuchados mientras le brindaba primeros auxilios a un herido en la comunidad de al Jarajme.

El cura pertenecía a una iglesia de una pequeña localidad cristiana agrícola de unos 2.300 pobladores en la que existen otros dos templos, uno de ellos es el de Santa María que tiene 1.700 años de existencia, perteneciente a la Iglesia ortodoxa griega.

Aunque bandas armadas de extremistas islamistas han cometido actos vandálicos contra templos cristianos en particularmente en Homs, el asesinato del padre Nasser fue el primer crimen contra un sacerdote, al menos en los últimos seis meses.

Por otro lado, el ataque al histórico Convento de Nuestra Señora en la localidad de Sidnaya dio inicio a una nueva fase de terror entre los cristianos en Siria. «Las niñas fueron llamadas a almorzar y recién comían cuando sentimos el estruendo. En principio, no sabíamos qué era, hasta que un trabajador nos alertó. Dios todo misericordioso nos salvó la vida», describió a GARA Fabronia Nabhan, la Madre Superiora de la institución, -ubicada al sur de la capital y considerado una de las reliquias de mayor valor del cristianismo a escala mundial- después de que el edificio fuera atacado con un cohete de artillería.

El sacerdote George Niyme explica que el cohete golpeó el convento alrededor de las 13.15 y abrió un boquete de casi un metro en la gruesa pared de bloques de piedras calizas, causando destrozos en una de las habitaciones donde residen seis niñas en el nivel superior del orfanato.

El artefacto -que no explotó- cayó en un momento en el que no había nadie en su interior Aunque no se pudo establecer exactamente de dónde procedió, se estima que el cohete fue disparado desde el escarpado monte que se levanta detrás del pequeño pueblo de Seydnaya, en Damasco Campo, a 34 kilómetros de la capital. Por la fuerza del impacto y la distancia desde donde provino, el disparo pudo ser un obús de mortero.

«El único arma que nos defenderá son nuestras plegarias y Dios», suplica Niyme, quien asegura que los fieles acuden a misa sin miedo, «está viniendo más gente a la iglesia, porque somos más fuertes que antes».

El monasterio fue construido durante la era bizantina en el 547, por lo que hoy atesora 1.465 años de valiosa historia y tradición cristiana. Además de los aposentos de las monjas, tiene un comedor, una cocina, oficinas para el trabajo eclesiástico y una iglesia dedicada a la Santa Virgen María.

Milenarios murales alusivos a escenas del cristianismo enriquecen antiguas paredes y corredores de esta joya arquitectónica perfectamente conservada sobre un promontorio en uno de los valles de la Sierra de Al-Kalamoun.

«Nos atacaron directamente para crear conflictos. Este es un símbolo de la cristiandad», exclama Niyme. El convento, administrado por la Iglesia Ortodoxa Griega, nunca había sido atacado hasta ahora y en él habitan unas 100 personas, entre ellas 25 niñas huérfanas, cuarenta monjas y trabajadores del abadiato

El Gobierno de Damasco acusó a los extremistas de haber atacado el monasterio, que se cree que fue fundado en el siglo VI antes de Cristo, y donde se encuentra un pequeño icono atribuido al mismo San Lucas.

Según la oposición siria, estos tipos de ataque buscan precisamente crear miedo e incertidumbre, y estarían orquestados por el régimen para aterrorizar a la población civil, como los atentados con coche bomba que han tenido lugar en diciembre pasado en esta capital.

«Llevamos a Siria en nuestra sangre y nuestros corazones, por eso rechazamos lo que está pasando ahora. No podemos aceptarlo, y Dios nos conducirá a la paz», expresó Nabhan.
La Liga Árabe corta relaciones con Damasco y acuerda crear una fuerza conjunta con la ONU

La Liga Árabe ha dado carpetazo a su misión de observadores en Siria y se posicionado con claridad del lado de la oposición. Ayer anunció el cese de relaciones diplomáticas con Siria y pidió la intervención de una fuerza de paz bajo supervisión de la ONU y de la propia Liga para atajar «la represión del régimen del presidente sirio, Bashar Al Assad». De igual modo, la Liga «abre sus canales de comunicación» con la oposición siria y se compromete a prestar «cualquier tipo de ayuda política y material» para respaldar a los insurgentes, según la resolución presentada ayer en El Cairo por los ministros de Exteriores de los países árabes. La resolución condena al Gobierno sirio por «violar el derecho internacional» al emplear la violencia contra los civiles y, finalmente, reitera su llamamiento a que los países árabes impongan sanciones económicas a Damasco. La Liga declara «el fin de las relaciones comerciales con el régimen sirio con excepción de las que tocan directamente a los ciudadanos». Finalmente, los ministros saludan la propuesta de Túnez de organizar «una conferencia de amigos de Siria» el 24 de febrero. El Gobierno sirio rechazó «categóricamente» estsa decisiones y acusó a los países de la Liga Árabe de estar a sueldo de las potencias occidentales. «No hay sorpresa porque ya les han transmitido las órdenes», escribió el diario gubernamental «As-Saoura». La inciativa de la Liga se une a otras de presión sobre Damasco, como la que preparan para esta semana Arabia Saudí y Qatar con los estados occidentales ante la ONU. Se trata de un nuevo intento de aprobar una resolución que condene al Gobierno de Al Assad con términos similares a los que fueron vetados por Rusia y China en el Consejo de Seguridad de la ONU. Pero esta vez, el texto irá a la Asamblea General, donde no hay derecho de veto.

Sobre el terreno, al menos 24 personas murieron ayer en Siria, sobre todo en Homs, algunos de cuyos barrios sigue siendo bombardeados y donde se vive escasez de pan y alimentos. Por otra parte, el líder de Al Al Qaeda Ayman al-Zawahiri manifestó ayer su apoyo a la insurgencia Siria, en un vídeo en foros yihadistas. GARA