
La mayoría de restaurantes que ofrecían este tipo de cocina han cerrado o han incluido carne en sus platos
La Habana. Cuando abrió sus puertas, El Carmelo era un restaurante estatal que quería promover una alimentación saludable, sin carne.
Sin embargo, la cocina vegetariana es tan impopular en Cuba -un país en el que largos períodos de privación generaron una gran devoción por la comida en general y la carne en particular- que al poco tiempo en El Carmelo el picadillo de soya fue reemplazado por hamburguesas y sánguches con gruesas rodajas de mortadela.
La misma suerte corrieron aproximadamente media docena de restaurantes similares abiertos en la primera década del 2000 siguiendo una iniciativa vegetariana del gobierno comunista de la isla: O cerraron sus puertas, o poco a poco comenzaron a llenar su menú de platos con carne.
Es un dilema cubano: ¿Cómo promover hábitos de comida saludable en un país de carnívoros, en el que los platos vegetarianos le recuerdan a la gente períodos de privaciones a principios de los 90, en los que la carne era un lujo inaccesible?
En la mayor parte del mundo, crece la cantidad de vegetarianos a medida que aumentan las evidencias de que comer menos carne es bueno para el corazón y reduce el riesgo de ciertos tipos de cáncer.
Pero en Cuba, el puñado de vegetarianos que hay enfrentan una ardua batalla. La carne es un componente básico de la dieta cubana —por más que no sea siempre accesible- y le decisión de pasarse a las filas de los vegetarianos a menudo hace pensar que la persona tiene algún trastorno.