
A pesar de la imagen negativa que en ocasiones se proyecta de este grupo social, alimentada por la xenofobia, existe una comunidad vibrante, laboriosa, que le mete el pecho al trabajo, realizando tareas que a muchos puertorriqueños no les interesan.
Se les observa como hormiguitas, trabajando en la construcción, pintando estructuras, vendiendo bisutería en una calle, en puestos de viandas, cuidando ancianos y enfermos, realizando trabajo doméstico, en mecánica y muchos otros oficios.
También escalan posiciones en los diferentes campos profesionales.
Sus esfuerzos, sus deseos de superación y progreso, y su hábito de ahorro se ven coronados con grandes éxitos.
Hoy día en que se celebra la independencia de la República Dominicana, muchos corazones dominicanos en medio de sus tareas, expresan su orgullo al recordar la gesta libertaria.
Un negocio “bandera”
Un negocio “bandera”, ejemplo de la pujanza de esta comunidad, es Bebo's Restaurant, en la calle Loíza.
“Mi mamá, Basilia la Antigua, fue la primera que vino a Puerto Rico, en unión a sus seis hijos, y trajo Bebo's Barbecue en 1977, junto al cubano Ramón Aparicio, localizado en Los Ángeles, en Carolina”, dijo Miguel Ángel Mercedes, dueño de Bebo’s.
En Bebo’s Barbecue se vendía y aún se venden, perniles, cuajitos y morcillas, y se ha mantenido así los últimos 40 años, indicó.
“Yo cogí ese negocio con una venta mensual de $20 mil en el 1985. Luego vendimos y teníamos este negocio en la Loíza, que era El Padrinito”, relató.
“Esto empezó a llenarse hasta el extremo que en 1984, un negocio que vendía $20 mil, lo teníamos vendiendo $100 mil”, destacó.
Hay dos Bebo's, uno en la Loíza y otro en Los Paseos, y entre los dos tienen 175 empleados.
Mercedes hizo hincapié en que, a pesar de la difícil situación de los restaurantes, no han despedido empleados ni han aumentado los precios, por consideración al público, “ que también lo está pasando mal”.
¿Celebra la independencia de su país?
Esa gesta fue importantísima. Fue cuando se pudo independizar de Haití. Nos dio la oportunidad de ser libres e independientes, gracias a esa gesta de Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella.
Raisa Santana, otra empleada, relató que tan pronto llegó a la Isla, vendió periódicos Primera Hora y El Nuevo Día para ganarse los chavos y luego consiguió trabajo en Bebo's.
Al cruzar la calle Loíza, frente a Bebo’s, ubica Maritza Beauty Salón. La propietaria Maritza za Félix lleva 36 años en Puerto Rico. Su abuela la trajo cuando era niña.
“Fue bien fuerte. Yo estudiaba en un colegio y me pusieron en escuela pública. Estudié en la décima diurno y me gradué. Me fui a Rosa Salón después a Salón de Artistas y luego abrí mi salón aquí”, apuntó.
“Esto fue a puro pulmón. Tengo cuatro empleados y una clientela establecida. El que viene aquí me sigue. Parece que se debe al trato y peino bien. Soy muy dedicada a mi trabajo”, dijo.
¿Se siente todavía por la madre patria?
Claro, claro. Allá me pienso ir cuando esté viejita.
María Pérez, de 53 años y de profesión tecnóloga médica, es clienta de Maritza y llegó a Puerto Rico cuando tenía nueve años.
“Soy dominicana y tengo tres laboratorios clínicos, dos en Vega Baja y uno en Manatí, Laboratorios Clínicos Landrón”. Pérez compró a su jefe el laboratorio en el que trabajaba y evidentemente su inversión rindió fruto.
Justo al lado del salón de belleza se encuentra la sastrería Isabel. Su dueña, Nereida Ureña, expresó: “Llevo 30 años aquí, adoptada por ustedes”.
Cuando llegó, ¿qué hizo?
Empezar a trabajar al otro día que llegué, para bendición de Dios. Llegué en vuelo, a las 8:00 de la mañana y a las 4:00 de la tarde estaba trabajando en un restaurant. Tenía 26 años.
A los cinco meses reuní mi primer dinero y di $5 mil por un negocio pequeño. He tenido cinco negocios en Puerto Rico: mini-markets, restaurantes y ahora, por último, esta sastrería, en sociedad con mi hermana, Ramona, y nos va muy bien, gracias a Dios.
Acuérdese que uno viene de un país donde hay que trabajar para sobrevivir. Uno viene con la esperanza de mejorar y poner su país en alto y tratamos de lo que hagamos hacerlo bien hecho, porque eso es un privilegio.
“He vivido 30 años aquí. Estoy muy agradecida. He trabajado mucho, he pagado mis impuestos. Ya espero por mi seguro social, que lo he pagado. He criado mis hijos, se han educado aquí. Ya tengo una hija que es maestra, a nivel de doctorado en literatura y un hijo chef”, resumió.
Acotó que viene de un país donde nadie les da nada.
“Hay que trabajar. Si no trabaja, no tiene nada. Nunca he ido a una oficina de cupones. Nunca he ido a un plan público. Siempre he trabajado y luchado para tener aquí mis cosas y claro está, para darle un ejemplo a mis hijos”, dijo.
En la calle Loíza, esquina Palomas, hay un pequeño puesto de viandas y frutas, propiedad de Milagros Martínez y su madre.
“Vine a Puerto Rico gracias a mi mamá, que vino en yola. Vine de 15 años. Voy pa’32”.
“Mi mamá trabajaba en housekeeping en Yiyi Motors. Ella me dejó en el punto (puesto). Luego ella hizo un segundo negocio, una pollera y granja y ahora va a hacer un tercer negocio, pero gracias a su esfuerzo, porque si no trabajara mucho, no tendríamos nada”, aleccionó.
“Siempre fue empleada de housekeeping por 18 años y decidió renunciar para poner su negocio Miliaris 1. Da la casualidad que mi mamá y yo recibimos un dinero y vimos un anuncio en Primera Hora de un negocio de embutidos. El negocio nos costó $10 mil”, relató.
¿Cuánto vendes a diario?
Puede fluir la venta entre $500 y $600. Depende del día.
La joven trabaja los siete días de la semana.
“Yo también soy housekeping. Trabajo en Oceana, en la McLeary, miércoles, viernes sábado y domingo, y aquí martes y jueves. Para mí, el trabajo es una terapia”, afirmó.
Juramenta en Cantera
Bienvenido José Soria Reyes, de 63 años, llegó en 1964.
¿Cómo llegó?
Legal (se ríe).
“Mi madre tenía muchos años viviendo aquí. Yo me dedicaba a algo que a ella no le gustaba, correr motoras de carrera a los 22 años, y me trajo.
Soria aprendió mecánica desde pequeño, así que consiguió trabajo en una gasolinera. “Con eso he podido ganarme las habichuelas y educar a mis hijos. Uno se gradúa de ingeniero, otra de Naturales”.
Después de estar empleado durante 16 años, decidió establecer su propio taller, Garage José Reyes, en la calle Eduardo Conde, en Santurce.
Necesitaba dinero para comprar equipo, que es lo más caro y “tenía un crédito excelente”.
Reyes describió el trabajo como un poco sacrificado, en el que la honestidad del mecánico cuenta mucho.
¿Le da para vivir?
Vivimos, dijo con una sonrisa.
“Ya juré por la bandera de Cantera, como decimos aquí”, bromeó.
“Nola”
Dolores Báez Velázquez es una afanosa empleada doméstica que tiene a su cargo la limpieza no sólo en casas de familia, pero también en negocios, como Thrifty, en Isla Verde, donde lleva 11 años.
“Vine en yola. Llegué donde una persona conocida y me buscaron trabajo. Seguí trabajando en casas de familia, en República Dominicana lavaba y planchaba para mi familia y si podía... llevarle cinco pesos a mi madre”, dijo.
“Aquí empecé trabajando en casas de familia. Salía de mi trabajo y buscaba limpiezas por la calle”, contó.
“Nola”, como la conocen, aprecia la oportunidad que le han dado en los sitios que ha laborado y en donde, según expresó, han sabido valorar su trabajo y le han dado la mano.
“Me siento orgullosa de ser honrada”, dijo.
Con su esfuerzo y tesón logró comprar su casita, la que poco a poco va restaurando.
Inesperadamente tuvo que hacerse cargo de sus nietos de cinco, ocho y 12 años, lo que significa que tiene que seguir luchando.
“Quiero levantar a estos niños que, por casualidad de la vida, tengo conmigo y echarlos adelante”, expresó.
Nola es consciente de que hay discrimen “por nacimiento”, aunque nunca se ha sentido discriminada.