POR ALEJANDRO SANTANA.
�Padre�, usted sabe que a los cortadores que hay alojados en el habitacional de batey cinco, se les dan las tres comidas y que se les permite cocinar lo que a ellos les gusta, que tienen agua potable de calidad, dispensario m�dico, que duermen en camas, que est�n protegidos contra desaprensivos.
Que se les transporta en guaguas a los campos de ca�a, que se les paga con regularidad, que a la hora de terminar la zafra se les entregan sus prestaciones y que se les entrega a los funcionarios de su embajada o consulados para que los regresen con seguridad a su pa�s de origen, y que al comenzar la zafra ellos regresan por su cuenta.
Es la primera vez que veo que alguien tenga tanto deseo de retornar donde lo tiene esclavizado, y usted sabe �padre� que en todas las sociedades hay diferencia de clase y el amo siempre ha vivido mejor que el pe�n.
�Padre� y ah� vuelvo a la referencia de las dos mujeres que discut�an,?usted como sacerdote, pastor, vive en las mismas condiciones que sus feligreses�.
No quiero que interprete que ando diciendo que las gentes del CAC son unos angelitos, pero est�n aportando los empleos o parte de los empleos que nuestra regi�n necesita.
Y me gustar�a, preguntar a usted, qu� usted ,est� aportando, si la gente de los lugares que usted se�ala son afectados por la cachipa y no los ha orientado para que se formen en comit� y reclamen que eso no contin�e..
Los pastores orientan a sus feligreses para que reclamen, se les corrija lo que no anda mal y si se les forma adecuadamente estar�n en capacidad de reclamar con contundencia, firmeza, pero con justeza y responsabilidad.
�Padre parece que su verdad no es la m�a y por eso hemos chocado, pero, como buen pastor le pido que despoje su coraz�n, de prejuicios, rencores y odio como recomienda el se�or que entiendo debe servirle de tim�n.
Por eso es que los que no estamos de acuerdo con su �verdad�, somos vende Patria y adulones, que el Dios que usted predica lo perdone, que yo lo perdono porque ese mismo Dios me ha ense�ado a vivir sin resentimiento y a valorar las cosas en su justa dimensi�n.
Y como informaci�n para su consumo, la mayor�a de los que hemos escrito o criticado la quema de ca�a no somos asalariados del CAC, ni tenemos relaciones con sus incumben tes, somos hijos de esta regi�n que ha tenido poca suerte, porque personas como usted no saben donde anda su pr�jimo.