El gatopardismo es un término usado en las ciencias políticas que consiste en cambiar algo para no cambiar nada. Su origen data de una reflexión incluida en la novela "El Gatopardo" del escritor italiano Giuseppe Tomasi di Lampedusa.
En este caso, me parece apropiado aplicarlo al anuncio de los "cambios" que se le harán a la Serie del Caribe a partir de su edición del 2013.
Para entender lo sucedido debemos estar claros de las dos condiciones fundamentales para cualquier nuevo formato de la Serie del Caribe: la Serie debe transcurrir en un periodo máximo de 7 días y darle 6 juegos al equipo sede para garantizar el éxito económico del evento.
Bajo esos criterios son pocas las opciones disponibles a menos que optemos por disfrazar el sistema viejo y asignarle a una segunda ronda unos números para que se vea más bonita. ¿Deberíamos hablar de cambios si el sembrar equipos no les da ninguna ventaja en particular?
Eso dejaría al anuncio de la final como el aspecto innovador, pero soy de los que piensa que esta realmente no se justifica en todos los casos y hacerla obligatoria es ignorar circunstancias en donde ya hay un ganador del evento. Vamos a poner algunos ejemplos.
Un equipo invicto en las dos rondas, tal como me lo sugirió el comentarista de los Medias Rojas de Boston Marino Pepen no debería ir a una final ya que de perder terminaría el torneo con un récord de 2-1 en relación al campeón. Igual pasaría en todo el resto de los escenarios en donde una divisa tenga un registro de 2-0 con su oponente del juego decisivo. Es cuestión de gustos pero la idea de declarar campeón a quién perdió 2 de 3 partidos con el sub-campeón no me agrada.
Asimismo, hay series en donde el último juego de la segunda ronda es una final natural al enfrentar a los dos mejores equipos de acuerdo con sus récords. El nuevo formato lo que hace es postergar la coronación y restarle cierta importancia al todos contra todos. En una competición con tantas limitaciones, sobre todo con los lanzadores, es más conveniente declarar campeón al ganador de ese partido decisivo del round robin tal como ha sido la costumbre.
En caso que la final sea necesaria para evitar que un equipo se corone en el camerino, algo que no me quita el sueño, o en caso de empate entonces que se juegue. Para eso está ese día adicional.
Un punto que no elaboraré mucho es el de tener que decidir los desempates por la diferencia de carreras, algo que, por cierto, no es nuevo en la Serie del Caribe. Esa opción no es beisbol y generará estrategias poco relacionadas con el juego que disfrutamos el resto del año tanto en la pelota del Caribe como en las Grandes Ligas. Entiendo lo de la falta de tiempo, sólo que no me gusta esa opción y preferiría lanzar una moneda a distorsionar el deporte.
El dilema es que el formato es sólo parte de la crisis que vive la Serie del Caribe y, por más que es un intento, no soluciona la triste realidad de tener que ver equipos desmantelados con peloteros afectados por miles de restricciones debido a la inminencia de los entrenamientos primaverales o sin contratos afuera usando el evento como tribuna. Los anuncios no cambiarán la calidad del espectáculo, eso que quede claro, pero al menos han podido levantar un poco más el interés.
¿Y lo de Cuba?... bueno cuando ocurra hablamos....
Arturo Marcano es abogado graduado en la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas con una Maestría en Derecho (LL.M.) de Indiana University y una Maestría en Gerencia Deportiva (M.S.) de la Universidad de Massachusetts-Amherst. Es coautor con David P. Fidler del libro Stealing Lives y del Capítulo 12 (Latinoamérica) del libro Cambridge Companion to Baseball. Puedes seguirlo en Twitter aquí. Consulta su archivo de columnas.
lunes, 25 de junio de 2012
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Los cambios anunciados en la Serie del Caribe no suponen ningún cambio real
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