El conflicto interno que surgió el pasado viernes en el Partido Revolucionario Dominicano, que tiene ya fragmentada a esa organización, constituye el más fuerte reto que deberá enfrentar el Tribunal Superior Electoral, desde que fue constituido a finales del año pasado, cuando el caso llegue a su poder para tomar una decisión.
Este sería el primer conflicto que tocaría conocer al TSE, después de recibir instancias de los Partidos Revolucionario Independiente (PRI), Nacional de Veteranos y Civiles y el Reformista Social Cristiano, tomando decisiones que terminaron impidiendo a dos de esas entidades participar en las pasadas elecciones.
Por un lado, el grupo que encabeza el ex presidente Hipólito Mejía efectuó una reunión de la Comisión Política que suspendió a su presidente, Miguel Vargas Maldonado, y expulsó a cuatro de sus dirigentes. Esa misma noche, Vargas Maldonado consideró la acción como una acto de “clara deslealtad” a la institucionalidad partidaria y convocó a una reunión del Comité Ejecutivo Nacional para hoy domingo.
Ante el hecho de que la Junta Central Electoral ya no tiene competencia contenciosa, la instancia para conocer este conflicto es el Tribunal Superior Electoral, que estará obligado a legalizar las asambleas que realicen las directivas que surjan de sus encuentros.
Para el Jurista Juan Miguel Castillo Pataleón, cuando el caso llegue al TSE pasaría lo mismo que ha ocurrido con otros partidos del sistema, cuyos conflictos han sido dirimidos en ese escenario.
“La historia lo que demuestra es que, independientemente de los méritos o argumentos que las partes planteen en defensa de sus posiciones, casi siempre eso lo que hace es sumergir a esos grupos políticos en crisis internas que les provoca perder todo tipo de representatividad, porque al final de cuenta se desgastan frente al electorado”, dijo Castillo Pantaleón.
Considera que era más factible lo que ocurría antes de la existencia de ese Tribunal, porque cuando esos casos llegaban a la JCE siempre les animaba a que las partes llegaran a acuerdo para prevenir la destrucción de los partidos.
