POR MANUEL VOLQUEZ
Para Ecos del Sur
A finales del mes de julio del 2005, sali� publicada la edici�n de �Foreign Service� la cual es patrocinada por el �Carnegie Endowment for Internacional Peace�. En ella aparece un trabajo hecho por esa prestigiosa publicaci�n y la entidad Fund for Peace (Fondo para la Paz) sobre los �Estados Fallidos�, en el cual analizaba a sesenta naciones determinando a trav�s de doce criterios de evaluaci�n y un �ndice la posici�n que le corresponde a un grupo de pa�ses que son o ser�n �Estados fallidos�.
En esa ocasi�n se acus� a la Rep�blica Dominicana de ser un Estado fallido, calificativo que hiri� sentimientos colectivos en el pa�s, principalmente a la clase gobernante, menos a los opositores pol�ticos del gobierno que se frotaron las manos de alegr�a en un intento por aprovechar la circunstancia para ganar terreno y as� ganarse la simpat�a del pueblo.
El t�rmino �Estado fallido� es empleado para describir un Estado soberano que, sin embargo, ha fallado en preservar la garant�a de servicios b�sicos de alimentaci�n, transporte, educaci�n, salud, agua potable, empleo, seguridad p�blica, adem�s de no aplicar las leyes y poner en peligro la seguridad jur�dica para la inversi�n.
Con el fin de hacer m�s precisa la definici�n, el centro de estudio Fund for Peace ha propuesto los siguientes par�metros: 1) P�rdida de control f�sico del territorio o del monopolio en el uso leg�timo de la fuerza; 2) Erosi�n de la autoridad leg�tima en la toma de decisiones; 3) Incapacidad para suministrar servicios b�sicos; 4) Incapacidad para interactuar con otros estados, como miembro pleno de la comunidad internacional.
Por lo general, un Estado fallido se caracteriza por un fracaso social, pol�tico, y econ�mico, por tener un gobierno tan d�bil o ineficaz, que tiene poco control sobre vastas regiones de su territorio, no provee ni puede proveer servicios b�sicos, presenta altos niveles de corrupci�n y de criminalidad, refugiados y desplazados, as� como una marcada degradaci�n econ�mica.
Seg�n los conocedores de esta materia, sobre todo los estudiosos de la legislaci�n internacional, el grado de control gubernamental que se necesita para que un Estado no se considere como tal, presenta fuertes variaciones y puede tener notables repercusiones geopol�ticas.
El t�rmino se usa para describir un gobierno que se ha hecho ineficaz, teniendo s�lo un control nominal sobre su territorio, en el sentido de tener grupos armados desafiando directamente la autoridad del Estado, no poder hacer cumplir sus leyes debido a las altas tasas de criminalidad, a la corrupci�n extrema, a un extenso mercado informal, a una burocracia impenetrable, a la ineficacia judicial, y a la interferencia militar en la pol�tica.
En el caso nuestro, existen varios indicadores que preocupan y que, al parecer, a nadie le induce a buscar soluciones. A diario vemos a choferes del transporte p�blico y de cargas, conductores privados, violar flagrantemente las leyes de tr�nsito y poner en peligro muchas vidas, cuando hacen galas de un manejo temerario (yo dir�a salvaje) e irrespetando a las autoridades encargadas de hacer cumplir las leyes.
Una gran parte de los ciudadanos anda como chivos sin ley, realizando actos que ri�en contra la moral y las buenas costumbres, incluso en presencia de ni�os; cualquier adolescente toma un arma de fuego o blanca para atracar y matar a personas inocentes y as� satisfacer sus vicios y fantas�as, andan por las calles llevando consigo botellas llenas de alcohol y otras sustancias prohibidas, embriagados y drogados.
Agregamos a este prontuario de des�rdenes, los abusos de los comerciantes, grandes y peque�os, contra los consumidores al elevar con frecuencia los precios de los productos de toda �ndole, evadiendo impuestos con maniobras fraudulentas, desafiando abiertamente el imperio de la ley, y pocos reciben sanciones. Adem�s, el empresariado nacional maniobra para negarle a la clase obrera el derecho legal de la cesant�a y otras prerrogativas que le permita vivir con dignidad.
En esos t�rminos, impera un espantoso clima de inseguridad ciudadana, al extremo de que ya no confiamos en polic�as y guardias en raz�n de que algunos de ellos se han convertido en delincuentes o en sicarios al servicio de la podredumbre social. En realidad, nadie est� seguro en las calles ni en su propio hogar, pues la delincuencia ha tomado el control de las calles, hacen y deshacen sin temor a morir en acci�n o ser llevado ante un juez. Los que tienen suerte de sobrevivir en un enfrentamiento con la Polic�a, logran salir con facilidad de la c�rcel, y hasta evaden la persecuci�n judicial viajando con documentos falsos, gracias al tr�fico de influencia.
Lo que es peor a�n, al pa�s entran constantemente extranjeros por la d�bil franja fronteriza que compartimos con Hait�, gracias a la �benevolencia y acci�n humanitaria� de los encargados de vigilar la frontera y las carreteras. Unos hacen gestiones para llegar hacia Estados Unidos por la v�a mar�tima y a�rea, mientras otros se quedan a vivir en el suelo dominicano en condici�n de indocumentados, entre ellos delincuentes buscados por la justicia de sus respectivos pa�ses.
Si somos o no un Estado fallido, es cuesti�n de consenso y de criterio personal. Cada quien tiene derecho a opinar, analizar, evaluar, para sacar sus propias conclusiones. �Tiene usted la suya?