POR DAVID RAMIREZ S.
En la d�cada de los ochenta, ya en el gobierno, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), ten�a en su seno dirigentes de sobrada capacidad pol�tica, liderazgo interno y carisma en el pueblo para ganar cualquier proceso electoral futuro. Esos dirigentes eran considerados �presidenciales�, capaces de mantener al partido blanco gobernando este pa�s por mucho tiempo.
Con un PRD unido en ese entonces, dirigentes de la estatura de un Jos� Francisco Pe�a G�mez o Jacobo Majluta, eran considerados por la base de ese partido como verdaderas cartas de triunfo frente a cualquier candidatura que presentada la oposici�n pol�tica. Una situaci�n similar ocurri� hace m�s de doce a�os; dirigentes con gran carisma en la base perrede�sta como Milagros Ort�z Bosch, Fello Suberv�, Hatuey De Camps y Emmanuel Esquea Guerrero, aspiraban a ganar la candidatura de ese partido y darle as� continuidad al triunfo que hab�an cosechado cuatro a�os antes en las urnas con Hip�lito Mej�a.
Pero la aparici�n en su interior de grupos con sus propios proyectos y ambiciones pol�ticas (como el caso del PPH que avasall� a sus contrarios con el uso arbitrario del poder), la indisciplina y divisiones internas, la ineficiencia y corrupci�n de sus gobiernos, la ausencia de mecanismos democr�ticos para resolver los conflictos internos entre otros, provocaron el �achicharramiento� pol�tico de esos dirigentes para el resto de sus vidas.
El m�s penoso de todos los casos fue el de Jos� Francisco Pe�a G�mez, l�der indiscutible de ese partido y quien propici� dos triunfos electorales presidenciales. Pe�a G�mez falleci� sin ce�irse la banda presidencial, termin� su vida como un simple alcalde capitalino en contra de su voluntad, porque asumi� esa responsabilidad para evitar un nuevo fraccionamiento interno del partido blanco.
Cansado ya de tanta indisciplina, Pe�a G�mez tuvo que reconocer con pesar que el grupismo era uno de los peores males que aquejaba al partido blanco y que ayudaba a propiciar su divisi�n y derrota electoral. Por tal raz�n acu�� la frase �solo el PRD derrota al PRD�.
Lamentablemente la dirigencia que hoy dirige al partido blanco, no ha podido aprender de los errores del pasado, mantienen una conducta pol�tica infantil, fratricida y autodestructiva. Es tanto la indisciplina interna que ya no resulta extra�o ver algunos de sus dirigentes conspirando por lo bajo para consumar la derrota electoral de su partido en unas elecciones y cuando esto sucede, se alegran y lo celebran p�blicamente.
El PRD, que siempre fue un partido de masas, con una base de militantes y cuadros dirigenciales forjados en las calles (no en c�rculos de estudios), luce hoy sin objetivos claros ni estrategias que pueda ser apoyada socialmente. Pr�cticamente est� divido en dos grupos contrapuestos que se pelean p�blicamente de manera bochornosa el liderazgo en esa agrupaci�n pol�tica.
Debido a la anarqu�a imperante en su interior, el PRD tiene una racha de cinco derrotas consecutivas en los �ltimos procesos electorales y con posibilidad de una sexta debido a que sus principales organismos se encuentran secuestrados por una dirigencia que anteponen sus ambiciones personales por sobre los intereses colectivos.
Hip�lito Mej�a y Miguel Vargas Maldonado, como las �nicas cabezas responsables del actual desorden, est�n sumergidos en una miop�a pol�tica; parecen no comprender que su capital pol�tico se agot�, est�n quemados pol�ticamente y sin posibilidad alguna para alcanzar la presidencia de la naci�n. Alguien debe hacerle comprender muy bien que son pol�ticos cuestionados y altamente rechazados por una gran parte de la de la poblaci�n y de la misma base de su partido.
El PRD debe abocarse a la realizaci�n inmediata de una amplia consulta nacional orientada a revisar los errores y deficiencias internas, unificar a todos los grupos y establecer la disciplina, tambi�n iniciar un plan estrat�gico que permita la renovaci�n absoluta de su liderazgo en todos los organismos. Estas medidas ayudar�n al partido blanco a conectarse nuevamente con el pueblo y poder escuchar sus reclamos y pareceres.
Mientras persista el actual clima interno, el PRD continuar� quemando pol�ticamente a sus dirigentes m�s valiosos y peor a�n, seguir� desperdiciando cuanta oportunidad tenga de alcanzar el poder.
En la d�cada de los ochenta, ya en el gobierno, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), ten�a en su seno dirigentes de sobrada capacidad pol�tica, liderazgo interno y carisma en el pueblo para ganar cualquier proceso electoral futuro. Esos dirigentes eran considerados �presidenciales�, capaces de mantener al partido blanco gobernando este pa�s por mucho tiempo.
Con un PRD unido en ese entonces, dirigentes de la estatura de un Jos� Francisco Pe�a G�mez o Jacobo Majluta, eran considerados por la base de ese partido como verdaderas cartas de triunfo frente a cualquier candidatura que presentada la oposici�n pol�tica. Una situaci�n similar ocurri� hace m�s de doce a�os; dirigentes con gran carisma en la base perrede�sta como Milagros Ort�z Bosch, Fello Suberv�, Hatuey De Camps y Emmanuel Esquea Guerrero, aspiraban a ganar la candidatura de ese partido y darle as� continuidad al triunfo que hab�an cosechado cuatro a�os antes en las urnas con Hip�lito Mej�a.
Pero la aparici�n en su interior de grupos con sus propios proyectos y ambiciones pol�ticas (como el caso del PPH que avasall� a sus contrarios con el uso arbitrario del poder), la indisciplina y divisiones internas, la ineficiencia y corrupci�n de sus gobiernos, la ausencia de mecanismos democr�ticos para resolver los conflictos internos entre otros, provocaron el �achicharramiento� pol�tico de esos dirigentes para el resto de sus vidas.
El m�s penoso de todos los casos fue el de Jos� Francisco Pe�a G�mez, l�der indiscutible de ese partido y quien propici� dos triunfos electorales presidenciales. Pe�a G�mez falleci� sin ce�irse la banda presidencial, termin� su vida como un simple alcalde capitalino en contra de su voluntad, porque asumi� esa responsabilidad para evitar un nuevo fraccionamiento interno del partido blanco.
Cansado ya de tanta indisciplina, Pe�a G�mez tuvo que reconocer con pesar que el grupismo era uno de los peores males que aquejaba al partido blanco y que ayudaba a propiciar su divisi�n y derrota electoral. Por tal raz�n acu�� la frase �solo el PRD derrota al PRD�.
Lamentablemente la dirigencia que hoy dirige al partido blanco, no ha podido aprender de los errores del pasado, mantienen una conducta pol�tica infantil, fratricida y autodestructiva. Es tanto la indisciplina interna que ya no resulta extra�o ver algunos de sus dirigentes conspirando por lo bajo para consumar la derrota electoral de su partido en unas elecciones y cuando esto sucede, se alegran y lo celebran p�blicamente.
El PRD, que siempre fue un partido de masas, con una base de militantes y cuadros dirigenciales forjados en las calles (no en c�rculos de estudios), luce hoy sin objetivos claros ni estrategias que pueda ser apoyada socialmente. Pr�cticamente est� divido en dos grupos contrapuestos que se pelean p�blicamente de manera bochornosa el liderazgo en esa agrupaci�n pol�tica.
Debido a la anarqu�a imperante en su interior, el PRD tiene una racha de cinco derrotas consecutivas en los �ltimos procesos electorales y con posibilidad de una sexta debido a que sus principales organismos se encuentran secuestrados por una dirigencia que anteponen sus ambiciones personales por sobre los intereses colectivos.
Hip�lito Mej�a y Miguel Vargas Maldonado, como las �nicas cabezas responsables del actual desorden, est�n sumergidos en una miop�a pol�tica; parecen no comprender que su capital pol�tico se agot�, est�n quemados pol�ticamente y sin posibilidad alguna para alcanzar la presidencia de la naci�n. Alguien debe hacerle comprender muy bien que son pol�ticos cuestionados y altamente rechazados por una gran parte de la de la poblaci�n y de la misma base de su partido.
El PRD debe abocarse a la realizaci�n inmediata de una amplia consulta nacional orientada a revisar los errores y deficiencias internas, unificar a todos los grupos y establecer la disciplina, tambi�n iniciar un plan estrat�gico que permita la renovaci�n absoluta de su liderazgo en todos los organismos. Estas medidas ayudar�n al partido blanco a conectarse nuevamente con el pueblo y poder escuchar sus reclamos y pareceres.
Mientras persista el actual clima interno, el PRD continuar� quemando pol�ticamente a sus dirigentes m�s valiosos y peor a�n, seguir� desperdiciando cuanta oportunidad tenga de alcanzar el poder.