POR ALEJANDRO SANTANA
Los barahoneros est�n de luto, son muchas las veces que lo han estado, que los, ha afectado el dolor y el luto por la muerte de j�venes que se dedican a echar carreras de moto en el trayecto de la bomba de gasolina de Riosito hasta el cruce de Santa Elena de la carretera Para�so Enriquillo.
No tengo contabilizado el n�mero de nuestros j�venes que hasta el momento han perdido la vida en esa alocada carrera por demostrar su supremac�a en la conducci�n de motos a alta velocidad.
Es la manifestaci�n de la inconciencia de nuestros j�venes que sin ning�n tipo de protecci�n, ni seguridad se dedican a competir para llegar primero a la meta y disfrutar esa extra�a sensaci�n de ganar a su oponente.
Pero no siempre se gana ni se disfruta, es como jugar a la ruleta rusa, desafiar el peligro, sin pensar en sus padres y familiares, mucho menos en el amigo, el vecino que siempre sufren la muerte de esos j�venes aunque no sean nuestro familiar.
Cada vez que en esa alocada competencia alguien muere la ciudad se ti�e de luto y de dolor aunque el que muera no sea un conocido.
Pero cada vez que ocurre ese tipo de tragedia, se le echa la culpa a alguien, a los periodistas porque supuestamente no denuncian ese peligro a que se exponen nuestros j�venes.
Otros acusan a miembros de la Polic�a Nacional , que patrullan la zona y hasta lo acusan de recibir dinero para permitir que esas competencias se realicen en un trayecto que es a todas luces peligroso.
Peligroso porque es una ruta viva de mucho transito de patanas y todo tipo de veh�culos que hace m�s peligroso la realizaci�n de esas competencias de la muerte.
Hoy hubieron personas que dijeron tener pruebas de que los competidores pagan a los agentes de la polic�a para que les permitan la competencia y hasta se ha hablado que en ocasiones algunos de esos agentes han realizado el disparo de salida.
Verdad o mentira, no lo sabemos, pero se insiste en ello, los superiores de esos agentes deben iniciar las investigaciones de lugar y si resulta verdad lo denunciado, aplicar las sanciones de lugar, porque est� bueno que por irresponsabilidad sigamos enlut�ndonos y enterrando a nuestros j�venes.