Retirarse a tiempo es ganar - Barahoneros

domingo, 21 de julio de 2013

Retirarse a tiempo es ganar

Por David Ramírez.

Cuando el Papa Benedicto XVI anunció su renuncia al Ministerio de Obispo de Roma, millones de Católicos  en todo el mundo quedaron conmocionados por la noticia. Muchos fieles no aceptaron su retiro al calificarlo de “pecado”, algo insólito porque una renuncia al papado no había ocurrido en más de quinientos años.

Pero el  pontífice los tranquilizó al considerar humildemente que era inaceptable que el jefe jerárquico de la Iglesia Católica fuera un enfermo extremo.

En nuestra corta vida hemos conocido casos de presidentes, empresarios y lideres gremiales que se creen indispensables, que otros no pueden ocupar el cargo o la posición que ocupan porque consideran que sus adversarios no tienen el mismo talento o su sabiduría.

La historia está llena de casos de políticos llenos de ego y soberbia  que con el tiempo se convirtieron en  dictadores o presidentes personalistas, políticos que más tarde sumergieron a sus respectivas  naciones en la desestabilización social o conflictos civil armado, hasta que fueron expulsados por la fuerza, nunca por su propia voluntad.

Se olvidaron que eran humanos, con ojos humanos, cerebro humano, con juicio humano, entonces, porque no aceptaron tal vez que, como humano que eran, retirarse a tiempo era un acto de sabiduría. Porque su soberbia no le permitió ver más allá de sus narices.

El caso del Papa Benedicto XVI, me recuerda la actitud asumida por un  periodista de mi ciudad natal, Barahona que, luego de asumir innumerables batallas por colocar en alto el nombre de su gremio, rescatar la imagen y el honor de sus miembros, comprendió humildemente que había llegado el momento de poner un final a su trayectoria gloriosa como máximo dirigente en la provincia y dejar el paso a nuevas generaciones.

Su activa trayectoria gremial y su afán por buscar las premisas periodísticas con responsabilidad  tuvo un precio muy alto en su salud, pero se ganó el respeto  de sus compañeros, incluyendo la de sus adversarios.

La actitud asumida por ese periodista es un modelo a seguir para que otros en la ciudad  tal vez deseen llegar a esa misma cima. Pero esa actitud  tiene su némesis, es el caso de otro periodista al que consideramos también nuestro amigo.

Al ver que hasta sus compañeros le han dado la espalda, le hemos aconsejado su retiro de unas elecciones que lleva toda la de perder y que tal vez le hará mas daño que bien a su imagen. Admito que no soy miembro de ese gremio, pero por su tonto ego, no se da cuenta que va rumbo a una derrota humillante.

A ese amigo,al cual todavía respeto y admiro,porque lo hemos criticado públicamente de una manera sana cree que ya no somos sus amigos, que le estamos haciendo daño, pero con su actitud parece un troglodita que cree vivir en una caverna llena de serpientes y moscas.

El amigo está envanecido por la soberbia. Llama públicamente  traidores a los hoy no le acompañan en su aventura, olvidando que sin la existencia de un Judas la humanidad nunca  limpiaría sus pecados y que aquellos que algunas vez fueron catalogados traidores ,como Galileo, abrieron las puertas que condujeron al mundo  a los cambios.

La soberbia le impide conocer la verdad, en la próxima fiesta  el cree que será el mejor bailarín, pero cuando termine todo, se dará cuenta que estuvo bailando en la pista sin pareja, sin música ni orquesta.

Como buen articulista utiliza el manejo mediático de la información para descalificar amigos y adversarios y en su gran soberbia, hasta llega a creerse que es un ave que vuela tal alto en el cielo que todo los que viven en la tierra son moscas insignificantes a los cuales no se debe prestar la menor importancia. Pero por la forma como se ha comportado en los últimos meses, el ave ha volado tan alto que al parecer los rayos del sol le están quemando sus alas.

Ya lo hemos vistos haciendo malas artes del periodismo como escribir artículos adulando a políticos y funcionarios del patio, una actitud que lo hace ver ante los demás como un dirigente gremial servil y obsecuente.

Los verdadero líderes políticos o gremiales son aquellos capaces de dominar sus impulsos de superioridad, los que predican y practican la solidaridad y la humildad en todo los lugares que se encuentran, pero también lo que saben reconocen cuando es el momento de retirarse antes de que el tiempo le pase factura.

Ya lo decía San Agustín: "Si me valoro, no valgo nada. Pero si me comparo con otro...¡ Ah carajo!