Por David Ramírez.
Cuando
el Papa Benedicto XVI anunció su renuncia al Ministerio de Obispo de
Roma, millones de Católicos en todo el mundo quedaron conmocionados por
la noticia. Muchos fieles no aceptaron su retiro al calificarlo de
“pecado”, algo insólito porque una renuncia al papado no había ocurrido
en más de quinientos años.
Pero el pontífice los tranquilizó al
considerar humildemente que era inaceptable que el jefe jerárquico de la Iglesia Católica fuera un enfermo extremo.
En nuestra corta vida
hemos conocido casos de presidentes, empresarios y lideres gremiales
que se creen indispensables, que otros no pueden ocupar el cargo o la
posición que ocupan porque consideran que sus adversarios no tienen el mismo
talento o su sabiduría.
La historia está llena
de casos de políticos llenos de ego y soberbia que con el tiempo se
convirtieron en dictadores o presidentes personalistas, políticos que
más tarde sumergieron a sus respectivas naciones en la
desestabilización social o conflictos civil armado, hasta que fueron
expulsados por la fuerza, nunca por su propia voluntad.
Se
olvidaron que eran humanos, con ojos humanos, cerebro humano, con juicio
humano, entonces, porque no aceptaron tal vez que, como humano que
eran, retirarse a tiempo era un acto de sabiduría. Porque su soberbia no
le permitió ver más allá de sus narices.
El caso del Papa
Benedicto XVI, me recuerda la actitud asumida por un periodista de mi
ciudad natal, Barahona que, luego de asumir innumerables batallas por
colocar en alto el nombre de su gremio, rescatar la imagen y el honor de
sus miembros, comprendió humildemente que había llegado el momento de
poner un final a su trayectoria gloriosa como máximo dirigente en la
provincia y dejar el paso a nuevas generaciones.
Su activa
trayectoria gremial y su afán por buscar las premisas periodísticas con
responsabilidad tuvo un precio muy alto en su salud, pero se ganó el
respeto de sus compañeros, incluyendo la de sus adversarios.
La
actitud asumida por ese periodista es un modelo a seguir para que otros
en la ciudad tal vez deseen llegar a esa misma cima. Pero esa
actitud tiene su némesis, es el caso de otro periodista al que
consideramos también nuestro amigo.
Al ver que hasta sus compañeros le
han dado la espalda, le hemos aconsejado su retiro de unas elecciones
que lleva toda la de perder y que tal vez le hará mas daño que bien a su
imagen. Admito que no soy miembro de ese gremio, pero por su tonto ego,
no se da cuenta que va rumbo a una derrota humillante.
A ese
amigo,al cual todavía respeto y admiro,porque lo hemos criticado
públicamente de una manera sana cree que ya no somos sus amigos, que le
estamos haciendo daño, pero con su actitud parece un troglodita que
cree vivir en una caverna llena de serpientes y moscas.
El amigo
está envanecido por la soberbia. Llama públicamente traidores a los hoy
no le acompañan en su aventura, olvidando que sin la existencia de un
Judas la humanidad nunca limpiaría sus pecados y que aquellos que
algunas vez fueron catalogados traidores ,como Galileo, abrieron
las puertas que condujeron al mundo a los cambios.
La soberbia
le impide conocer la verdad, en la próxima fiesta el cree que será el
mejor bailarín, pero cuando termine todo, se dará cuenta que estuvo
bailando en la pista sin pareja, sin música ni orquesta.
Como buen
articulista utiliza el manejo mediático de la información para
descalificar amigos y adversarios y en su gran soberbia, hasta llega a
creerse que es un ave que vuela tal alto en el cielo que todo los que
viven en la tierra son moscas insignificantes a los cuales no se debe
prestar la menor importancia. Pero por la forma como se ha comportado en
los últimos meses, el ave ha volado tan alto que al parecer los rayos
del sol le están quemando sus alas.
Ya lo hemos vistos haciendo
malas artes del periodismo como escribir artículos adulando a políticos y
funcionarios del patio, una actitud que lo hace ver ante los demás como
un dirigente gremial servil y obsecuente.
Los verdadero líderes
políticos o gremiales son aquellos capaces de dominar sus impulsos de
superioridad, los que predican y practican la solidaridad y la humildad
en todo los lugares que se encuentran, pero también lo que saben
reconocen cuando es el momento de retirarse antes de que el tiempo le
pase factura.
Ya lo decía San Agustín: "Si me valoro, no valgo nada. Pero si me comparo con otro...¡ Ah carajo!
domingo, 21 de julio de 2013
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Retirarse a tiempo es ganar
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