Petraeus tiene en Afganistán su batalla más dificil - Barahoneros

domingo, 27 de junio de 2010

Petraeus tiene en Afganistán su batalla más dificil


A finales del 2008, poco después de que hubiera ayudado a Irak a regresar del borde de la catástrofe, el General David H. Petraeus se preparó para esa otra guerra estadounidense.

``Yo siempre he dicho que Afganistán sería la lucha más dura'', comentó Petraeus en ese momento.

Ahora, la pesada responsabilidad recae en él, quizá en el momento decisivo de la campaña del presidente Barack Obama, enfilada a revertir el deterioro de la situación en el terreno y recuperar el impulso de esta guerra que ya dura nueve años. En muchas formas, Petraeus ha sido convocado a Afganistán en un momento similar al que enfrentó hace ya tres años en Irak, cuando la situación parecía no tener esperanza tanto para un creciente número de estadounidenses como para sus representantes electos.

Sin embargo, existe una diferencia crucial: en Irak Petraeus fue convocado para revertir una fallida estrategia puesta en marcha por comandantes anteriores. En Afganistán, se espera que Petraeus consiga el desarrollo y ejecución de la estrategia trazada por el General Stanley A. McChrystal, quien la llevó a cabo en el terreno. Ahora, Petraeus será directamente responsable de su éxito o fracaso, lo que pone en riesgo la reputación que se ganó en Irak.

Petraeus, de 57 años, trae a su nuevo puesto una extraordinaria serie de habilidades: el encanto de un Niño Explorador, penetrante inteligencia y una feroz voluntad de tener éxito. Cómodo con los medios de comunicación y la gente, así como diestro negociador, Petraeus probablemente se distinga de su predecesor en las habilidades políticas que aplicó en los meses más difíciles de la contraofensiva en Irak, conocida como el repunte (de tropas).

En esos meses del 2007, cuando las bajas estadounidenses registraron su mayor nivel en la guerra, Petraeus no sólo fue en pos de la estrategia sino que también tranquilizó a sus superiores, incluido quien era el presidente en esa época, George W. Bush, en videoconferencias con regularidad desde Bagdad.

En Irak, Petraeus ayudó a revertir la marea no sólo mediante el envío de 30,000 efectivos adicionales de EEUU a Bagdad, sino al fomentar lazos con líderes insurgentes que se habían pasado cuatro años matando a estadounidenses. En la misma medida que el repunte, el movimiento en Irak conocido como el Despertar Sunita contribuyó a poner en marcha la notable declinación de la violencia, que en su mayor parte se ha mantenido hasta ahora.

Al contribuir a retirar a Irak de la orilla del precipicio, Petraeus se ganó la reputación de un comandante capaz e imaginativo, así como heterodoxo, y desde ese día ha sido mencionado como uno de los posibles candidatos a la presidencia.

Afganistán es una guerra muy diferente en un país muy diferente. Donde Irak es un país urbano, rico en petróleo y con una clase media educada, Afganistán es un estado destrozado cuyo tejido social e infraestructura física han quedado en ruinas por tres décadas de guerra. En Irak, la insurgencia estuvo en las ciudades; aquí se extiende por las montañas y desiertos del inclemente de los campos del país.

De hecho, a fin de prevalecer en Afganistán, Petraeus necesitará de todas sus habilidades, así como una dosis de buena fortuna, cuando menos tan grande como la que recibió en Irak. Por el momento, cada aspecto de la guerra en Afganistán va mal: la campaña militar en la ciudad estratégica de Kandahar ha enfrentando resistencia generalizada de la población afgana; el Presidente Hamid Karzai está actuando de manera errática e impredecible; y el talibán se está resistiendo con mayor tenacidad que siempre.

A fin de revertir la tendencia, Petraeus casi seguramente continuará con la estrategia de contrainsurgencia que concibió con McChrystal: proteger a la población civil de afganos, separarlos de los insurgentes y ganarse el respaldo popular. De manera similar, tendrá que convencer a sus propias tropas, que están cada vez más enojadas ante las restricciones para usar el poderío armado a fin de proteger a los civiles. Quizá la tarea más difícil de Petraeus sea la de unificar a un fragmentado equipo de altos oficiales en la administración Obama, los cuales albergan opiniones por completo diferentes sobre la manera de pelear la guerra en Afganistán. Como la cabeza del Comando Central de EEUU, que supervisa a todas las fuerzas militares en Oriente Medio, Petraeus ha forjado una estrecha relación con la Secretaria de Estado Hillary R. Clinton, así como con el representante especial para dicha región, Richard C. Holbrooke.

Si bien su predecesor, McChrystal, mantenía relaciones gélidas con el embajador estadounidense aquí, Karl W. Eikenberry, Petraeus forjó un firme vínculo con su contraparte civil durante el repunte iraquí, el Embajador Ryan C. Crocker. Petraeus y Eikenberry, ex general, son viejos camaradas del Ejército de Estados Unidos.

Lo que alguna vez fue el punto incierto en la constelación política de Petraeus es el de mayor importancia: Obama. Cuando Obama llegó al cargo, Petraeus había pasado de largo su propio liderazgo prominente para convertirse en el general favorito de Bush. Obama dejó en claro que Petraeus ya no tendría línea directa con la Oficina Oval. En conformidad, el general asumió un perfil más discreto.

Pero, con todo y su astucia política, al mismo Petraeus le desagrada la caótica lucha de Washington. Su insatisfacción llegó al máximo en septiembre del 2007, cuando él y Crocker, durante el repunte iraquí, fueron convocados para rendir testimonio en el Comité de Relaciones Extranjeras del Senado. La violencia no había bajado considerablemente, y ambos fueron interrogados sin piedad. Petraeus, quien padece de problemas de espalda, tragó varios Advil durante la audiencia.

``La experiencia más miserable de mi vida'', le expresó más tarde a un reportero.

Petraeus se enorgullece de sus facultades atléticas. Mientras estuvo en Irak, solía correr 8 kilómetros al día, seis días por semana, a menudo superando a los capitanes más jóvenes que invitaba a acompañarlo. Después de la corrida solía venir un doloroso régimen de calistenia; ya de ms de 50 años, Petraeus podía hacer 17 barras. Pero últimamente han surgido interrogantes con respecto a su salud. El año pasado, fue sometido a un tratamiento por cáncer de próstata; actualmente dice que está curado. Apenas la semana pasada, mientras rendía testimonio ante un panel del Senado estadounidense, Petraeus se desmayó en su silla. Dijo que estaba deshidratado.

Petraeus se hará cargo del mando de la campaña de Afganistán a seis meses de una estrategia planeada para 18 meses, la cual casi seguramente tendrá que demostrar un progreso considerable para que Obama continúe. Incluso antes de ese plazo, en diciembre, Obama y sus asesores llevarán a cabo una ``evaluación estratégica'' que servirá como un importante informe de progreso.

Después de eso, nadie sabe lo que hará Obama. Algunos integrantes del personal de McChrystal no se mostraron tan optimistas. Hace poco, cuando un reportero le sugirió a un oficial estadounidense de alto rango que, a fin de cuentas, pudiera quedarse sin tiempo, él no dudó en responder.

``Creo que usted podría estar en lo cierto'', señaló el oficial./elnuevoherald.com