NEIBA, Bahoruco.- Uni�n Nacional Azucarera (Unazucar) llam� a las organizaciones comunitarias y gremiales con representatividad en Barahona, Bahoruco e Independencia a expresar su repudio a las infamantes declaraciones del sacerdote Pablo Kasonga, las cuales por sistem�ticas deben ser calificadas de campa�a en contra de la empresa que regentea el ingenio Barahona.
As� se manifest� C�sar Heredia, presidente de la gremial azucarera en relaci�n a las �ltimas declaraciones del cura de la parroquia San Mart�n de Porres, quien acus� al central azucarero de mantener a los trabajadores de la ca�a bajo una esclavitud moderna, de no transparencia en la contrataci�n de los obreros ca�eros.
Heredia, quien habl� en diferentes programas de opini�n este pasado fin de semana, fue enf�tico al calificar de calumniosas las denuncias del sacerdote, a quien calific� de fabulador patol�gico, pues la industria azucarera ha sido reconocida por entidades nacionales e internacionales, quienes luego de estudios sociales y econ�micos conforme a los par�metros de medici�n establecidos por organismos como El Fondo de Naciones Unidas para Infancia (UNICEF) y La Organizaci�n Internacional del Trabajo (OIT), han declarado erradicado el trabajo infantil y el trabajo forzoso de las plantaciones ca�eras dominicanas.
Destac� el vocero de la Unazucar la inversi�n econ�mica desarrollada por el Consorcio Azucarero Central (CAC), lo que ha constituido al Ingenio Barahona en el principal empleador de la zona sur del pa�s y la inversi�n social desarropa por este en favor de las comunidades ca�eras y de sus trabajadores lo que ha propiciado una excelente relaci�n entre obreros y empleador, reflejando esto una tangible paz laboral reconocida por sindicatos y federaciones obreras, pues toda contrataci�n de personal se realiza conforme a las leyes migratorias y laborales del pa�s.
Se�al� Heredia que de manera peri�dica se reeditan las campa�as injuriosas que engendraron los sacerdotes Ruquoy y Hartley en contra del sector ca�ero nacional, que hoy es retomada por el padre Kasonga.