POR JOSE POZO RUZ
Para Ecos del Sur.
El Presidente de la Asociaci�n de Recolectores de Bolas y Chatas de Ojeda, trata de justificar la actividad de numerosos vecinos recogiendo piedras en las playas, por causa de un intento de supervivencia de una comunidad con escasos recursos que por pocos pesos hasta consigue de Medio Ambiente una autorizaci�n como patente de corso que permite atentar contra el entorno marino con tintes de exclusividad y que no sabemos si se aplica una gesti�n transparente que permita a los recolectores ser due�os de su trabajo o existen vivos intermediarios en el negocio�
Buen ejemplo para el partido pol�tico que parece representar y que en el pasado cuando tuvo responsabilidades de gobierno no se caracteriz� precisamente por conservar el patrimonio, m�s bien lo convirti� en �fundita� a repartir entre caciques locales.
�Nosotros no queremos afectar el medio ambiente, pero dicen que entre la vida y la muerte preferimos salvarnos con esta riqueza que ha otorgado la naturaleza�, dijo el recolector Ram�n Carrasco en art�culo recogido recientemente por Ecos del Sur tras cinco a�os de expolio reiterado.
El problema de Ojeda es la falta de de capacidad de iniciativas productivas porque es m�s f�cil �acabar con la naturaleza� que apoyar actividades innovadoras:
� INTEGRARSE EN MOVIMIENTOS COOPERATIVOS PARA CULTIVAR CAF� ORG�NICO y ellos mismos descascarillar, moler, torrefactar y colocar envasado en el mercado.
� Adecentar su poblado, presentando fachadas con colorido, atractivas al turismo que pasa por la carretera, exigiendo a las �cafeter�as y comedores� existentes, criterios de limpieza, haciendo atractiva la parada.
� Acondicionar la playa y el balneario existente.
� Estudiar calidad de las aguas del play y balneario, comercializando su distribuci�n.
� Apoyar y potenciar artesan�a existente en el municipio.
Podr�amos exponer mas ideas pero mi temor es que sus dirigentes comunitarios se creen en el monopolio de la verdad excluyente y es m�s f�cil mantener las actitudes ya experimentadas en Hait� antes de terminar mendigando o expoliando nuestro territorio.