Yo tambi�n tengo miedo. - Barahoneros

miércoles, 30 de mayo de 2012

Yo tambi�n tengo miedo.

POR MIGUEL ANGEL FIGUEREO R. Especial para Ecos del Sur.

         Cansado por el paso de los a�os, con cabellera blanca, con caminar lento, mirada profunda, con razonamiento agudo y con basta experiencia por la vida transcurrida, ese es el profesor Alejandro, conocido en toda la ciudad como el profe Alejo, quien por d�cadas cada martes en el crep�sculo de la tarde visita, a su colega, amigo y compadre, el profesor Julio. Entre ellos se hab�a hecho h�bito tomarse una taza de caf�, compartir la cena y hablar del tema que consideren importante. Al saludarse y ofrecerse las bendiciones, ambos dijeron �qu� bueno que termin� la pol�tica, descansamos de la bulla!

         Cruzando las piernas, sentado en la mecedora de costumbre y despoj�ndose del sombrero, el profe Julio, le dijo a su amigo de a�os, que la descomposici�n de la sociedad, es la consecuencia de los hogares, asegur�ndole que en la familia del presente se educa a los hijos no en base al Ser, sino, al Tener, indic�ndole que no existe preocupaci�n para que los j�venes de ahora se eduquen y se preparen para enfrentar la vida con �xitos. Agreg�ndole que cuando ellos educaron a sus hijos los ejemplos a seguir, eran los j�venes de los barrios que en base a su educaci�n, formaci�n personal y entereza moral hab�an progresado.
        
Es entonces cuando le profe Alejo, interviene y le dice al profesor Julio, que estaba de acuerdo con los se�alamientos que �l hab�a hecho, es necesario volver a tomar la moral y la c�vica para educar a los hijos, pero agrega que no tiene nada de malo que los j�venes puedan construir su futuro a temprana edad y a seguida se�ala, la hija de su comadre Andrea, se consigui� a un viejo extranjero, vaya a ver lo bien que vive y a mi comadre le compr� una casa y se la amuebl� del todo; la muchacha tuvo la misma suerte del hermano que consigui� unos cuartos largos y esta parao, esas gentes han progresado. Julio irrumpi� a su interlocutor, se�al�ndole, no basta contener vienes materiales, cuando no se pueden exhibir con dignidad, la vida es por lo que se Es, no por lo que se Tiene.
        
Alejo, justific� su planteamiento se�alando que no todo esta perdido, ni todos los j�venes que han conseguido dinero r�pido, es haciendo lo malhecho, asegurando que la sociedad exagera cuando habla de los il�citos penales que asegura que suceden en la ciudad, dijo que las personas  deben seguir desarrollando su vida normal, no se debe tener miedo ni dejarle las calles a quienes nos provocan para que seamos paranoicos.  Fue entonces cuando se par� de la mecedora, tom� su sombrero y se march� a su casa, eran las 9:00 de la noche, ya cruzando una de las calles de la ciudad, dos j�venes en una motocicleta, mostr�ndole una arma de fuego, les obligaron a darles el dinero que portaba y su cartera donde llevaba una medalla de oro que era recuerdo de su boda de hace 60 a�os, la acci�n le hizo recordar la reci�n conversaci�n con su compadre Julio.
         
 Ya llegando a su casa, tom� su sombrero en la mano, con voz entre cortada le dijo a su esposa, do�a Carmen, yo tambi�n tengo miedo,  la ciudad parece un pueblo fantasmal, las gentes no sale a las calles, mi compre Julio tiene raz�n. Se requiere que el Estado asuma una pol�tica seria que ayude a bajar la delincuencia y acto seguido sentenci� �a cada uno de nosotros o a uno de los nuestros hemos sido v�ctima de un acto delincuencial- y agrego, otras naciones han superado esas agresiones a la poblaci�n indefensa.