
Los vikingos fueron un pueblo tan temido como admirado. Ya en el siglo IX eran unos excelentes navegantes. A pesar de que no disponían de brújulas magnéticas y de que los cielos en Escandinavia estaban con frecuencia cubiertos de nubes, fueron capaces de recorrer miles de kilómetros mar abierto. Además, la luz permanente durante los veranos tampoco les permitía utilizar las estrellas para navegar, por lo que el sol era su mejor referencia para orientarse.Cómo lo lograban ha intrigado durante décadas a los científicos. Algunas leyendas hablaban del uso de unas piedras solares brillantes, aunque hasta ahora no se había podido demostrar cómo lo hacían. Un grupo internacional de investigadores propone una explicación sobre cómo utilizaban estas piedras en el último número 'Proceedings of the Royal Society A'.
Los investigadores, liderados por Guy Ropars, sostienen que los vikingos utilizaban un tipo de calcita para calcular dónde se encontraba el sol aprovechando la polarización de la luz dispersada por las nubes. La piedra se conoce con el nombre de espato de Islandia y es una variedad transparente de la calcita fácil de encontrar en los países del norte de Europa. Las leyendas vikingas describen cómo durante los días nublados, con niebla o con nieve se utilizaban piedras solares para localizar el sol. A pesar de que no existen registros en los que se especifique de qué estaban compuestas estas piedras solares, algunos hallazgos arqueológicos sugirieron desde mediados del siglo pasado que la calcita podría haber sido usada para este fin.
Excelentes navegadores
Los vikingos lograron recorrer miles de kilómetros y navegar hacia Groenlandia y América del Norte entre los siglos VIII y XI, en una época en la que la brújula magnética aún no había sido introducida en Europa.
La teoría del uso de piedras solares surgió en los años sesenta. En 1967 el arqueólogo danés Thorkild Ramskou sugirió que los vikingos podrían haber utilizado un cristal polarizador conocido como espato de Islandia. El hallazgo de un trozo de calcita a bordo del barco Elizabethan, que se había hundido en la isla de Alderney en 1592, dio credibilidad a esta teoría. En esta nueva investigación, los científicos han demostrado que con este tipo de cristal es posible determinar la posición del sol con precisión y con un margen de error de un grado, incluso al anochecer y en las condiciones meteorológicas más adversas.
Durante los últimos años se han publicado varios estudios sobre el uso de piedras solares por parte de los vikingos para orientarse. A principios de año, una investigación firmada por científicos húngaros sobre la polarización de la luz aseguraba que era posible que estos cristales hubieran ayudado a los vikingos a orientarse.
Cuando navegaban bajo cielos cubiertos no podían ver el sol así que los científicos creen que vikingos sostenían un trozo de esta piedra, la proyectaban hacia el cielo y la giraban. Cuando localizaban un punto en el que el brillo aumentaba, determinaban una línea que indicaba dónde estaba el sol. Repetían la operación más adelante, hasta conseguir establecer la zona en la que se encontraba el sol. Para mantener el punto, colocaban una antorcha en esa posición y así podían determinar el rumbo a seguir. De este modo lograron recorrer largas distancias y establecerse en zonas remotas, como América del Norte.