POR ELPHIS PEREZ
En este punto me detengo para resaltar, el alarmante grado de pulsi�n de odio que anima a estos sujetos. En la tarde del lunes 25 de junio del a�o en curso, recibo una llamada telef�nica de una persona autorizada, advirti�ndome que no fuera ese d�a a la empresa de radio a realizar mis labores habituales, ni que tampoco lo hiciera al d�a siguiente. Aunque no me dio razones expl�citas obtemper� al llamado por provenir de una persona que considero sensata. Luego me entero de que ese d�a se hab�a tramado una agresi�n f�sica contra mi persona, que pudo desencadenar en tragedia, en la que participar�a la polic�a -caso particularmente muy grave y lesivo a todo el marco de legalidad existente- que ya estaba esper�ndome en el lugar de trabajo para esos fines, y que adem�s hab�a sido buscada por el supuesto director de programaci�n de esos medios �borracho como un perro-, ordenado por el due�o de la empresa, seg�n ha manifestado el propio director de programaci�n.
Aqu� pido me excusen por el tono de lo que voy a manifestar. No se sabe quien se salv� de quien con ese tan vil y poco inteligente acto atentatorio contra la vida. Si en el peor de los casos esos sujetos materializaban sus intenciones, y se produc�a la agresi�n en el plano f�sico, y me hubieren dejado con vida, entonces iban a saber que es enfrentarse con un hombre que siempre ha tenido, desde ni�o, un concepto bien claro de lo que es la vida, y que por tanto, no le teme y nunca le ha temido a la muerte. Esos cobardes, ratas de alcantarillas, se hubieran enfrentado, quiz� por primera vez en sus vidas, a su peor pesadilla. Por fortuna para m�, y m�s para ellos que para m�, esto no se produjo as�, porque toda mi familia y yo estamos bien preparados, y sabemos perfectamente hasta donde llegar si algo as� ocurriese.
Razones por las que todo este plan fracas�.
El agredido es un ser humano con firmeza de car�cter, y de s�lidos principios �ticos, todo el que me conoce lo sabe. Tiene una familia, hermanos y amigos, que le importan m�s que el dinero y cualquier bien material sobre la tierra. Su misi�n como profesional ha sido siempre clara: profesionalismo al nivel m�s alto que se pueda alcanzar. Esto lo mantuve como educador en las aulas mientras me desempe�� en esa �rea y como profesional del micr�fono durante los �ltimos 30 a�os.
Todos los locutores de la regi�n saben lo p�rrico que es el sueldo que se devenga en esa empresa radial. Nunca estuve trabajando radio motivado por el sueldo que devengaba. Muchas veces ped� que se me retirara el salario, ya que como mi voz le interesaba bastante por su alta calidad, les permitir�a, humildemente, a los propietarios de esa empresa que me tuvieran como colaborador.
Por �ltimo en este punto, hace varios meses vengo solicitando mi destituci�n, ya que considero que mis condiciones �ticas y profesionales no compatibilizaban con los rastreros, absurdos y abusivos prop�sitos de ese grupo empresarial.
Cabe indicar, que si la persona agredida hubiese tenido menos espalda que la que yo tengo, todo este plan habr�a tenido �xito. Pero creo que conmigo se equivocaron, fallaron.
Consecuencias sociales del hecho.
Todos sabemos el estelar rol de los medios de comunicaci�n para sostener la democracia. Depende en gran medida de lo que se diga en los medios de comunicaci�n de masa, el comportamiento de todas las personas que integran una sociedad, ya que los mismos al ser tan influyentes dictan patrones de conducta sobre las personas.
Si este m�todo de manejo de medios, ya generalizado -hay otros casos de maltrato al personal-, se perpet�a, corremos el riesgo como sociedad de padecer los terribles embates de una dictadura. Las j�venes generaciones de personas que se interesar�an por los medios, o perder�an la fe en los mismos, o ser�an deficientemente formados por la contaminaci�n an�tica existente.
Pero gracias a Dios que esta es una situaci�n muy particular y hasta aislada de un grupo de comunicaciones. Hay medios de comunicaci�n en nuestro pa�s que pueden ser seguidos y respaldados. Por eso no perdemos la fe en los medios, por eso creemos que los mejores intereses de la sociedad est�n salvaguardados, porque hay personas sensatas, hay seres racionales que no claudicar�an jam�s ante la vana y rastrera ambici�n al dinero.
El autor es profesor y comunicador.