RD cuenta con 649,703 envejecientes; el Estado sólo auxilia a 20,000. - Barahoneros

jueves, 23 de febrero de 2012

RD cuenta con 649,703 envejecientes; el Estado sólo auxilia a 20,000.


De acuerdo al último Censo Nacional de Población y Familia, un 6,5% de los habitantes dominicanos pasan de los 65 años de edad. O sea, el país cuenta con 649,703 envejecientes, de los cuales el Estado solo ampara unos 20,000.

La asistencia se realiza a través de la Dirección General de protección a la Vejez, del Ministerio de Salud Pública, que en los últimos años ha instalado al menos 37 casas para acoger adultos mayores , denominadas Hogares de Día, donde les ofrecen servicios de salud y alimentación.

Los hogares están situados en las zonas más deprimidas del país, como ciudades de la zona fronteriza, la línea noroeste y barrios empobrecidos del Distrito Nacional y la provincia Santo Domingo, donde ingresan las personas que lo ameriten.

Cada casa recibe a 50 de estas personas, que llegan desde las 8:00 de la mañana y se retiran a las 4:00 de la tarde. Aquí cuentan con médicos y psicólogos, además, poseen área de recreación con televisión, equipo de música y mesa de dominó, para su entretenimiento.

En total los hogares protegen a unos 1,850 abuelos, pero el programa auxilia a unos 12,000 más, a los cuales asiste directamente en sus hogares con alimentos y medicinas.

Salud Pública también sustenta 28 asilos que son administrados por la Iglesia Católica. Estos, a diferencia de los hogares de día, ingresan los ancianos de forma permanente.

El programa de protección a la vejez es dirigido por el doctor Pedro Khoury Hernández, quien valora como muy positivo el trabajo que desde esa dirección realiza a favor de ese segmento de la población.

Desde el departamento que dirige, además, entregan medicina a cientos de envejecientes que la solicitan directamente y gestionan servicios de salud, como cirugías y estudios especializados a personas que no tienen los recursos para pagarlos.

Estima que el gobierno debe crear las condiciones y seguir ampliando el programa de asistencia a estas personas, lo cual implica disponer de un mayor presupuesto.

Según sus estimaciones, en la ayuda facilitada a los ancianos, el gobierno invierte unos RD$130 millones al año a través del Ministerio de Salud, de los cuales dispone de RD$11 millones para la hipertensión.

A fin de fortalecer la asistencia están formando médicos geriatras y promoviendo la instalación de consultorios especializados en este tipo de cuidados en todos los hospitales.

También tienen incluidos en la Tarjeta Solidaridad a 140,000 ancianos que reciben una subvención en alimentos, bono gas y bono luz. Actualmente, gestionan incluir en el Seguro Nacional de Salud (Senasa), a todos los longevos indigentes.

Por: Víctor Núñez

La terrible realidad de llegar a viejo

La población senil sigue incrementándose en el país, y la mayoría llega a la tercera edad sin pensiones, sin seguro médico y sin beneficios sociales. Según estadísticas oficiales, el 7 por ciento de la población dominicana pasa de 65 años.

Este segmento de la población es muy vulnerable. Muchos ancianos son abandonados por sus hijos y familiares. Humillados, enfermos, avergonzados, sin recursos económicos para sobrevivir, muchos encuentran en los hogares de ancianos un lugar para terminar allí los últimos años de su vida.

Otros ancianos deambulan por las ciudades, en arterias comerciales y en concurridas intersecciones de calles y avenidas, pidiendo limosna. Aún a riesgo de ser embestidos por conductores de vehículos, se los ve en horas diurnas y nocturnas con la mano extendida, pidiendo el favor para sobrevivir. Hay casos en que algunos familiares utilizan a estas personas para explotarlos económicamente.

En muchos casos, en nuestra sociedad los ancianos, en sentido general, son discriminados, abusados. Abundan las denuncias de abandono de envejecientes por parte de hijos, hermanos y parientes que no asumen la responsabilidad de cuidarlos. Los dejan a su propia suerte. Sin embargo, también en el seno de muchas familias son cuidados con amor y ternura.

A costa de los ancianos se han tejido, a través de los años, crueles calificados, despectivos, y chistes de mal gusto que denigran la condición humana.