POR JOSE ANTONIO MATOS, para Ecos del Sur.
A ra�z de la denuncia hecha por el abogado y otrora diputado de Santiago de los Caballeros, se�or Marcos Mart�nez, sobre la supuesta cuenta bancaria en Dinamarca, espec�ficamente, en el Danske Bank, de la doctora Margarita Cede�o de Fern�ndez, emitimos nuestro criterio, en el sentido de que a pesar de que el mencionado jurista no deb�a estar loco para lanzar esa especie sin alg�n fundamento, le d�bamos a Do�a Margarita, el beneficio de la duda.
En el programa radial, Usted Debe Saberlo, que se transmite por la emisora de Radio UVA FM, de Neiba, dijimos reiteradas veces, que le d�bamos el beneficio de la duda a la primera dama, adem�s, de que si fuera cierto, la existencia de la cuenta, no necesariamente era un delito, ya que abr�a que esperar su justificaci�n.
La diatriba polaca no se hizo esperar, las especulaciones en todos los sentido, estaban por doquier, y no falt� la b�squeda incesante en todos lados, de culpables de acusaciones y contraacusaciones, sobretodo de personeros pol�ticos del lado oficial, que en su b�squeda de blancos, en los blancos, llevaron a la opini�n de la gente, m�s sombras que luces.
Las respuestas de la oficialidad gubernamental, y de la primera Dama, en su presentaci�n por las redes sociales, no fueron las mejores, a nuestro humilde entender, en raz�n de que daban la impresi�n de contener una t�ctica dilatoria, que lo han seguido aflorando con la indecisi�n o postergaci�n de el recurso legal de la demanda por da�os y perjuicios contra Marcos Mart�nez y todo el que ellos le demuestren responsabilidad civil.
Pensamos, que con tan solo la primera dama presentarse en p�blico con un poder legal en manos, beneficiando en giro de la cuenta al supuesto difamador, con el compromiso de este, al momento de cobrar, done la mitad de los recursos a una entidad ben�fica nacional, se demostraba la tenencia � se acababa la duda, y luego de eso, proceder en los tribunales si Marcos no trae el dinero, tan censillo como eso, y no tanto ruido.
La respuesta ha sido m�s cara, como la sal en el chivo