De cámaras y tentaciones - Barahoneros

martes, 29 de marzo de 2011

De cámaras y tentaciones


El miércoles de la semana pasada, eufórico por ver el euro a 1,42 dólares, decidí cambiar de cámara de fotos. Fue bastante impulsivo, la verdad. A media tarde, después de volver del gimnasio, vi una buena oferta en la tienda B&H y supe que cualquier intento de resistirme sería inútil. Pedí ayuda en Twitter especificando claramente que quería razones por las que sería una mala idea salir a comprarla pero por lo visto el mensaje se entendió al revés y mi timeline se llenó de mensajes de apoyo. En plena granizada y con viento racheado salí a buscar mi nueva máquina. Durante los últimos tres años he utilizado una Canon EOS 40D y durante los últimos meses he pensado seriamente que sería mi última cámara réflex. Por dos razones. La primera es que me he tomado como un reto personal tratar de sacar fotos con el teléfono móvil. A mis últimos viajes sólo he llevado el iPhone y los resultados han sido interesantes. En mi cuenta de Flickr tengo una galería dedicada exclusivamente a las imágenes que he tomado con el teléfono. Prácticamente todas están editadas, filtradas o modificadas pero siempre dentro del propio móvil. Es decir, no he utilizado ningún programa en el ordenador para manipularlas.

Por supuesto la calidad de los teléfonos todavía deja bastante que desear, sobre todo en condiciones de poca luz, pero estamos muy cerca de poder dejar la cámara de fotos en casa, al menos en el mercado no profesional –una de las fotos que he sacado con le teléfono ha sido publicada en una revista, y a buen tamaño, pero es un caso aislado-.

La segunda razón es que durante muchos meses he seguido con atención el avance de las cámaras EVIL –visor electrónico y lente intercambiable-, máquinas que en principio aúnan el tamaño de las cámaras compactas con la posibilidad de usar lentes con diferentes aperturas y valores de enfoque, similares a los de las réflex. Dentro de este grupo están las cámaras micro cuatro tercios pero también otros modelos NEX de Sony y otras máquinas similares.

Daba por sentado que una de estas acabaría en mis manos. En su lugar ahora tengo una Canon EOS 60D, la evolución de mi modelo anterior. Vuelvo a viajar con más de un kilo de peso en material fotográfico, precisamente lo que intentaba evitar. ¿Qué ha pasado? Una de las razones, por supuesto, es que tras más de cinco años usando Canon tengo ya una importante inversión en lentes para la cámara, que no son precisamente baratas (nos quejamos del precio de las tabletas pero en fotografía la cosa está en un nivel bastante más serio). También en accesorios, aunque algunos de ellos, como los disparadores remotos, no funcionan con la nueva versión (gracias Canon).

Pero lo más importante, creo, es que ninguna de las EVIL que he probado durante los últimos meses me ha dado la misma satisfacción a la hora de disparar que una réflex, no sé si por tener que usar un visor electrónico o simplemente por como funciona su mecánica. Es un animal diferente y no consigo acostumbrarme, al menos de momento.

¿Y la 60D? La cámara se presentó a finales del año pasado y es un modelo curioso dentro de la gama de Canon. De características parecidas a la 7D –sensor de 18 megapíxeles, ISO 100-6400, pantalla de tres pulgadas- está fabricada en plástico en lugar de aluminio, tiene un sistema de enfoque algo más limitado y es algo más lenta aunque también más barata. Para mí, que no trato de vivir de la fotografía, es más que suficiente.

Todavía es pronto para hacer valoraciones pero hay dos detalles que me encantan: la pantalla abatible a la hora de grabar vídeo y lo bien que se porta en situaciones de baja luminosidad. Lo peor, por supuesto, es común a muchas de las cámaras réflex que hay ahora en el mercado. El enfoque en modo Liveview o cuando se graba vídeo puede ser muy lento. Tras varios intentos fallidos he conseguido pujar con éxito en eBay por una lente 24-70mm. f2.8/L y la combinación es una delicia pero algo me dice que a partir de ahora viajaré siempre con sobrepeso.