Sean Connery pudo ser Gandalf en 'El señor de los anillos' - Barahoneros

sábado, 7 de enero de 2012

Sean Connery pudo ser Gandalf en 'El señor de los anillos'


El periodista y productor estadounidense Peter Bart desvela datos curiosos de algunos grandes taquillazos de Hollywood en el libro 'Lo que nunca se contó del cine'.

Nadie duda que películas como El padrino, Casablanca o las adaptaciones cinematográficas de El señor de los anillos son grandes éxitos del séptimo arte. Sin embargo, muchos desconocen los problemas a los que se enfrentaron sus responsables a la hora de sacar adelante unos proyectos que generaron cierta desconfianza en un principio.

El periodista y productor estadounidense Peter Bart nos desvela alguna de las historias que se esconden tras estos y otros hitos del mundo del espectáculo en Lo que nunca se contó del cine.

Adaptar a Tolkien
Hoy nadie pone en duda el valor como cineasta del australiano Peter Jackson. Sin embargo, muchos productores recelaban de su capacidad para culminar un proyecto tan ambicioso como la trilogía de El señor de los anillos, la obra cumbre de J.R.R. Tolkien.

Gran parte de ellos consideraba que el realizador era, según palabras de Peter Bart, “un cineasta rechoncho, barbudo, que a menudo iba descalzo, cuyas cándidas maneras podían hacer creer que no era más que un inocente nadando en un mundo demasiado sofisticado y traicionero para él”. Sin embargo, la resistencia y la convicción del realizador se terminaron imponiendo a la desconfianza de los magnates del cine.

Resulta curioso también comprobar que Ian McKellen, que dio vida a Gandalf en las adaptaciones de Tolkien, y Viggo Mortensen, un actor que bordó el papel de Aragorn, no fueron las primeras opciones para sus respectivos roles. Los productores barajaron para encarnar al mago del pelo blanco el nombre de Sean Connery, aunque el escocés declinó la oferta.

Por su parte, el valiente capitán de los Pueblos Libres iba a ser encarnado por Stuart Townsend, aunque al intérprete se le consideró demasiado joven para el papel. Mortensen acabó aceptando el trabajo gracias a la insistencia de su hijo, fan de la trilogía de Tolkien.

Una oferta que no podrá rechazar
Otra cinta que se enfrentó a grandes problemas fue El padrino. Las películas sobre el hampa no funcionaban demasiado bien a finales de los 70 y principios de los 80. Por otra parte, los propios gánsteres presionaron al estudio del filme para que no apareciera en exceso la palabra “mafia”.

Su director y protagonistas tampoco eran apuestas seguras. Francis Ford Coppola era un director que había dirigido cintas poco comerciales como Llueve sobre mi corazón o El valle del arco iris. Su valía se llegó a cuestionar y muchos llegaron a pensar que el veterano Elia Kazan era la opción más viable como realizador de la adaptación de Mario Puzo

Por su parte, Marlon Brando era considerado como veneno para la taquilla en los primeros 70, mientras que Al Pacino era poco conocido. Resulta curioso que para el papel de Vito, que terminaría encarnando el protagonista de Un tranvía llamado Deseo, se pensara en actores como Lawrence Olivier o Charles Bronson.

Lo mismo ocurrió con el papel de Michael para el que se barajaron los nombres de Ryan O’Neal, Martin Sheen o Dean Stockwell. Sin embargo, la cabezonería de Coppola hizo que Brando y Pacino acabaran haciéndose con dos de los papeles más recordados de sus respectivas carreras.

Desconfianza en el Rick’s Café
Casablanca, una de las películas más famosas de la historia del cine, tampoco las tenía todas consigo para convertirse en un taquillazo. En primer lugar, la obra teatral en la que se basaba, Everybody Comes to Rick’s, fue un verdadero fiasco.

Por si fuera poco, hubo problemas para decidir cuál era el final perfecto para el filme. Tampoco los protagonistas del filme confiaban demasiado en el largometraje.

Como leemos en Lo que nunca se contó del cine, Humphrey Bogart pensaba que Rick era un personaje deprimente, mientras que Ingrid Bergman opinaba que su Ilsa parecía una ‘lechera’ cuando tenía que ser la mujer más bella de Europa.

Ambos coincidían en señalar que sus diálogos eran ridículos y las situaciones increíbles. No obstante, la magia del cine y un estreno que coincidió con la llegada de las tropas aliadas al norte de África convirtieron la película en un verdadero fenómeno popular.

En definitiva, Peter Bart parece mostrarnos en su libro, a través de estos y otros ejemplos, que no existe una fórmula que garantice el éxito o el fracaso en el mundo del espectáculo. A veces, el destino y la suerte también juegan.