Uno de los principales afluentes del río Amazonas ha alcanzado sus niveles más bajos en el último siglo, provocando una grave sequía que afecta a cientos de miles de habitantes de la selva tropical, y ha aumentado la preocupación sobre el posible impacto del cambio climático en la región.La fuerte sequía que está azotando la zona norte del territorio brasileño, una de las peores en los últimos 40 años, ha provocado el nuevo récord de este río de más de 700 kilómetros de largo. Su profundidad se redujo este fin de semana a los 13,63 metros, un centímetro menos que en 1963, cuando había sido medido su nivel más bajo.
Los ríos Solimões y Amazonas también han visto descender su caudal de agua desde principios de agosto, aislando a la gente de las aldeas cercanas al Amazonas, y encallando sus barcas de madera utilizadas para el transporte y el abastecimiento de comida.
Según las autoridades locales, 62 municipios de la región han declarado el estado de emergencia. Lo mismo sucedió en Manaquiri en el 2005, una de las zonas más castigadas durante la gran sequía que asoló la zona ese año.
Unas 62.000 familias han sido afectadas por el descenso del caudal del río. El viernes pasado el gobierno federal anunció una aportación de 13,5 millones de dólares (unos diez millones de euros) para ayuda en la región.
Las comunidades ribereñas más vulnerables, que se encuentran aisladas a causa de la falta de agua navegable, han recibido en los últimos días cestas básicas, medicamentos y productos de higiene para asegurar su bienestar, según informó la Defensa Civil del gobierno brasileño.
Los meteorólogos y los activistas están divididos respecto a las causas de esta sequía. Mientras unos apuntan como principales responsables a los huracanes del Atlántico, que han podido socavar la humedad del Amazonas, otros culpan a los incendios que hacen disminuir las lluvias. Incluso sospechan que los efectos del calentamiento global estén reestructurando el modelo climático de la zona.