Un documento interno de la cancillería británica ironiza sobre la visita del Pontífice al Reino Unido en septiembre. Entre otras burlas, dice que lanzará una marca propia de condones llamados "benedictos". El canciller tuvo que pedir disculpas.
Para que el viaje del Papa al Reino Unido entre el 16 y 19 de septiembre sea "ideal", un documento interno del Foreign Office, la cancillería británica, sugiere que Benedicto XVI lance su propia marca de condones -los "benedictos"-, inaugure una clínica de abortos, bendiga un matrimonio homosexual y cante un "duetto" con la reina Isabel II en una fiesta de beneficencia. La burla sangrienta obligó ayer al ministro de Relaciones Exteriores, David Miliband, a pedir formales disculpas al Vaticano pero, aunque se trate de un evidente disparate, demuestra el clima complicado que tendrá la visita pontificia a tierras anglicanas. Miliband se mostró "horrorizado" por el escrito "imprudente", que un vocero del Foreign Office calificó de "estupidez". Agregó que su autor, "un idiota", es un funcionario de bajo rango y ha sido desplazado a otro sector de la cancillería británica.
El informe, uno de los tres "documentos de fondo" incluidos en un memorando del 5 de marzo de este año, según reveló BBC Mundo, fueron discutidos en una reunión sobre los temas de la visita papal.
La broma pesada debía quedar ahí, en ámbito reservado, pero el documento fue pasado por alguna mano negra, con gran malicia, al Sunday Telegraph, tradicional edición dominical del diario conservador de Londres.
El periódico publicó el texto en su edición de ayer y estalló el escándalo. El documento sugería también que el Papa inaugurara un centro telefónico de ayuda a niños que sufrían abusos sexuales.
Cuando algunos funcionarios preguntaron cómo era posible que haya circulado aún a nivel reservado un documento semejante, el funcionario responsable de haberlo distribuido dijo que fue producto de una "tormenta de ideas" como acostumbran hacer los ejecutivos de empresas, que discuten aún las ideas "más descabelladas".
El embajador británico en la Santa Sede, Francis Campbell, fue al Palacio Apostólico vaticano para presentar las excusas del gobierno a los altos funcionarios de la Secretaría de Estado.
Tras darse a conocer la nota, el obispo de Nottingham, el reverendo Malcolm McMahon, afirmó que el hecho "es una falta terrible de modales" por parte de Gran Bretaña.
De los viajes -todos cortos, en territorio europeo-, que hará el Papa este año, el de Gran Bretaña es el que presenta más dificultades. Los escándalos de abusos sexuales por parte de curas pederastas a niños y adolescentes, han tenido mucha repercusión entre los británicos.
En los últimos dos años, el Vaticano se ha movido -quizás demasiado- para tratar, con grupos conservadores tradicionalistas de la Iglesia de Inglaterra y Gales de culto anglicano, el "regreso" a la comunidad con el Papa de Roma tras cinco siglos desde que Enrique VIII rompió con el Papa que no le autorizó la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón.
Enrique quería casarse con la bella Ana Bolena y se proclamó jefe de la Iglesia anglicana. La reina Isabel II es la actual cabeza institucional, de acuerdo a la tradición. En el mundo, los anglicanos son alrededor de 80 millones. Enrique contrajo matrimonio con Ana Bolena y, como después se enamoró de otra, la mandó al patíbulo en la Torre de Londres. Con ella había tenido una hija, la pelirroja Isabel, quien fue años después uno de los más legendarios monarcas ingleses.
Ayer el Papa recibió a los miembros de una asociación católica italiana de lucha contra la pedofilia, fundada por un sacerdote. Les recordó que este domingo ha sido declarado en Italia Día Nacional del recuerdo de los niños víctimas de abusadores sexuales.
Benedicto XVI elogió a la asociación Meter, que se ha dedicado a la lucha "contra la violencia, la explotación y la indiferencia sufrida por los niños".
La Iglesia Católica vive una de sus peores crisis de los tiempos modernos, que se ha agudizado en los últimos cuatro meses a raíz de los escándalos sexuales protagonizados por sacerdotes contra niños y adolescentes en ámbitos de instituciones católicas.
El Papa está decidido a imponer la "tolerancia cero" contra los culpables y las autoridades eclesiásticas que los han protegido a fin de evitar escándalos. El mismo Benedicto XVI es acusado de haber sido parte del sistema de encubrimientos "por el bien de la Iglesia", en las más de dos décadas en que fue el más cercano "ministro" de Juan Pablo II como guardián de la ortodoxia y la disciplina católicas.
Fuente:clarin.com