Crisis en Egipto: ¿Quién es Omar Suleiman? - Barahoneros

sábado, 29 de enero de 2011

Crisis en Egipto: ¿Quién es Omar Suleiman?


Es considerado el principal experto en inteligencia de todo Medio Oriente


El general egipcio Omar Suleiman se convirtió en el primer vicepresidente del país árabe a lo largo de 30 años, como parte de una estrategia del presidente Hosni Mubarak para contener las jornadas de violencia que estremecen a la nación. Esta decisión coloca al hasta entonces director del Servicio General de Inteligencia en el principal candidato para la sucesión. Pero ¿quién es en realidad Omar Suleiman?

Suleiman es bien conocido por los egipcios. Nacido en 1936 en la localidad de Quena, este general se ha consagrado como maestro de espías desde que accediera a la jefatura del Directorado General de la Inteligencia egipcia en 1993. Desde ese puesto ha combatido el islamismo radical que en los 90 tuvo como objetivo a la industria turística y, hasta el atentado del pasado mes de diciembre en una iglesia cristiana de El Cairo, se podría haber dicho que lo había logrado. De hecho, la revista 'Foreing Policy' le calificó como 2009 del más poderoso jefe de Inteligencia justo por detrás del responsable entonces del Mossad, Meir Dagan.

Su aspecto corresponde al prototipo del espía árabe: alto, ligeramente encorvado y con un característico bigote. Formado en la Academia Militar de El Cairo, donde ingresó con sólo 19 años, su carrera se encauzó en 1986, cuando fue nombrado vicerresponsable de la Inteligencia militar, un trabajo que le puso en contacto directo con Mubarak.
Lucha contra los extremistas

Siete años después, la Jamaa Islamiya egipcia comenzaba su campaña de atentados. Fue Suleiman el encargado de afrontar la amenaza, y también quien tuvo la iniciativa de blindar, días antes, la limusina que Hosni Mubarak iba a usar en su viaje a Addis Abeba en 1995 para asistir a una cumbre de líderes africanos. Once hombres armados abrieron fuego contra el vehículo. El blindaje de Suleiman le salvó la vida a ambos, que viajaban en la misma limusina.

Aquel incidente cambió la perspectiva del régimen hacia los islamistas radicales. En apenas tres años, las fuerzas de Seguridad, bajo la dirección del departamento de Suleiman, acabaron con los principales grupos extremistas. Se dice que para ello emplearon los métodos más brutales, pero las torturas no son nuevas en las cárceles egipcias, ni tampoco están reservadas sólo para los islamistas. Pero no sólo arremetieron contra los grupos violentos: los seguidores de los Hermanos Musulmanes siguen siendo habitualmente arrestados por las fuerzas de Seguridad.

Influyente, poderoso, accesible y creíble

Los espías casi siempre se mueven en la sombra. Fue un completo desconocido para los egipcios hasta el año 2000, siete años después de su ascenso a la todopoderosa Inteligencia. Fue entonces cuando la irrupción de la segunda Intifada palestina requirió mediación de Egipto, el único país árabe, junto con Jordania, que mantiene relaciones diplomáticas con Israel.

Hosni Mubarak envió a Suleiman para mediar entre las facciones palestinas, y éste no tardó en ganarse un respeto entre los grupos armados. Así se consagró como enviado para el espinoso dossier, y no sólo como mediador entre las dos partes en conflicto. Su nombre es tan respetado que Fatah y Hamas -las dos principales facciones, cuya animadversión les llevó en 2007 a un amago de guerra civil que terminó con la expulsión de Fatah de Gaza- acceden siempre a dialogar con él incluso cuando las posiciones están más enconadas.

Según diplomáticos occidentales citados hace un año por el 'Daily Telegraph', Suleiman es considerado "influyente, poderoso, accesible y creíble”. El rotativo aseguraba que la Inteligencia egipcia mantiene una relación privilegiada con el MI6, la agencia homóloga británica, notablemente en materia antiterrorista.

El periodista egipcio Hisham Qassem le ha llegado a calificar del "segundo hombre más poderoso después de Mubarak", y muchos, probablemente el propio Suleiman, pensaban que sería su natural sucesor de no ser por el empeño de la primera dama egipcia de imponer a su hijo menor, Gamal, al frente del poder. Pero eso era hace una semana, cuando la sociedad egipcia no se había echado aún a la calle harta de 30 años de dictadura. Ahora, su nombramiento como vicepresidente va a causar una honda decepción en muchos: los egipcios piden cambios reales, y no el ascenso de un miembro de la vieja guardia que cambie el rostro al mismo régimen opresor.