Por: Ramón López Ynoa.
Barahona es una de las ciudades de República Dominicana que en la actualidad tiene más medios digitales informativos. Existen cerca de veinte blogs y cada día aparecen más, advirtiéndose la abrupta llegada de una generación de aficionados que ensayan a través de sus blogs la actividad informativa que antes estuvo en posesión de un reducido grupo de comunicadores.
Es una expansión que raya casi en una bloggersmanía, pero eso es bueno. Y es bueno por cuanto quienes los han creado son, en su mayoría, jóvenes que procuran de esa forma contribuir en algo al desarrollo de su pueblo.
Pero, no todos aquí lo entienden de esa manera. Hay quienes lo ven como una competencia que tiende a restringir de alguna manera sus ingresos económicos y el monopolio que durante mucho tiempo detentaron en el área informativa de la región.
Por eso es que resintiendo la reducción de un espacio que siempre consideraron de su entera exclusividad, ponen cortapisas al desarrollo de medios de comunicación que plantean nuevas tareas del periodismo incluyendo la participación y la libertad de información
No se percatan de que este fenómeno no se da así por así, porque a alguien se le ocurre, y que no es exclusivo de Barahona. Ignoran, quizás, que este fenómeno viene dado por el desarrollo mismo de las facilidades que da la arquitectura abierta, sin fronteras, del ciberespacio y por la pobreza conceptual informativa imperante durante largo tiempo en la región.
Y lo que es peor, no se dan cuenta de que esta tendencia no podrá ser detenida ni coartada por el mero propósito o deseo de proteger intereses personales, comerciales o políticos frecuentemente escondidos detrás del mito del interés público.
A los bloggers-comunicadores barahoneros se les ha llegado a calificar de manera peyorativa y estigmática de “comunicadores enganchados, improvisados” o de “periodistas inorgánicos”, ignorando que aquí la brecha entre el amateur y el profesional es tan fina como el filo de una navaja.
Es, en cierto sentido, la lucha entre lo nuevo y lo viejo; lo viejo por sobrevivir en un mundo que ya superó el marco en que se fundamentó por decenios un periodismo hoy obsolescente, y lo nuevo por imponerse como nueva cultura, como nueva forma de creación y distribución de la información.
Recientemente leímos en uno de los portales de esta ciudad la información de que ningún medio digital y corresponsal de esta provincia podía tomar informaciones de ese portal debido a que vendería sus informaciones “de forma exclusiva” y que para tomarla tendría que llegar a un acuerdo económico con los ejecutivos de la empresa. Hasta el momento en que leí esa información ignoraba que en Barahona es rentable económicamente tener un blog, y la advertencia subyacente en la misma me reflejó el nivel de posicionamiento de algunos de ellos en la preferencia de los usuarios-lectores.
En el periodismo tradicional, priorizar lo económico sobre la libre circulación de la información era lo que se estilaba, no así en el periodismo de hoy, en el de la blogósfera. Y esta pretensión de bloquear la libre circulación de la información corrompe el derecho fundamental que tiene cada individuo a decidir el nivel y el tipo de información que desea.
La lucha no debería darse entre “exclusividad y reproducción de información”, sino entre periodismo bueno y periodismo malo como así lo plantean los expertos en el área.
Sobre este particular el “Manifiesto de Internet” en su numeral 13 enfatiza que el derecho de reproducción es la piedra angular fundamental de la organización informacional en la Internet y que el copyright no deberá ser abusado como una palanca para salvaguardar mecanismos de abastecimiento obsoletos y aislar nuevos modelos de distribución.
No es la exclusividad la que determinará el periodismo bueno y el malo, sino el tipo de periodismo que se haga. Es el periodista que mejor comunique, el que ofrezca un periodismo de solución, el que finalmente triunfará.
La calidad está en la gente y es por eso que quien determina cuál es el periodismo bueno y cuál es el malo es el consumidor.
En una sociedad con múltiples opciones periodísticas e informativas, la inversión publicitaria irá tras el medio que satisfaga a un público cada vez más exigente, tras el medio que plantee soluciones a los problemas comunitarios de acuerdo con los requerimientos de una sociedad en constante cambios.