Entre personas aparentemente sanas, la muerte súbita es más probable que ocurra en presencia de perfiles anormales de frecuencia cardíaca durante el ejercicio y su recuperación. Es muy frecuente ver personas realizando ejercicios físicos en los gimnasios, particularmente en trotadoras, bicicletas y otros aparatos para el entrenamiento cardiovascular, incluso pacientes que padecen de hipertensión arterial o cardiopatía isquémica, sin tener el menor control de su frecuencia cardíaca. En el estudio reseñado se encontró que el riesgo de muerte súbita por infarto miocárdico se incremento en aquellos con una frecuencia cardíaca en reposo de más de 75 latidos por minuto, en los sujetos con un incremento en la frecuencia cardíaca durante el ejercicio menor a 89 latidos por minuto y en los sujetos con una disminución en la frecuencia cardíaca de menos de 25 latidos por minuto después de terminar el ejercicio.
Es muy frecuente ver personas realizando ejercicios físicos en los gimnasios, particularmente en trotadoras, bicicletas y otros aparatos para el entrenamiento cardiovascular, incluso pacientes que padecen de hipertensión arterial o cardiopatía isquémica, sin tener el menor control de su frecuencia cardíaca. Muchas veces estas personas creen que mientras más extenuante y mientras mayor cansancio y dificultad respiratoria les genere, mejor es el ejercicio. Peor aún, cuando son supervisados por entrenadores que sin tener conocimiento de las condiciones físicas de la persona/paciente, les imponen pautas de entrenamiento que no tomen en cuenta, ni siquiera la frecuencia cardíaca.
Los cambios en la frecuencia cardíaca durante el ejercicio y posterior a la recuperación del mismo, son mediados por el balance entre la actividad simpática y vagal.
En vista de que las alteraciones en el control neural de la función cardíaca contribuyen al riesgo de muerte súbita, Xavier Jouven y colaboradores, en el Servicio de Cardiología de la Facultad René Descartes, de la Universidad de Paris, Hospital Européen Georges Pompidou, probaron la hipótesis que entre personas aparentemente sanas, la muerte súbita es más probable que ocurra en presencia de perfiles anormales de frecuencia cardíaca durante el ejercicio y su recuperación.
Un total de 5.713 hombres trabajadores asintomáticos (entre las edades de 42 y 53 años), ninguno de los cuales tenía enfermedad cardiovascular clínicamente detectable, se sometieron a una prueba de esfuerzo estandarizada entre 1967 y 1972. Se examinaron los datos de las frecuencias cardíacas en reposo, el incremento en la frecuencia desde el reposo hasta el máximo nivel de ejercicio y la disminución en la frecuencia desde el máximo nivel de ejercicio hasta el nivel 1 minuto después de la terminación del ejercicio.
Resultados: Durante un seguimiento de 23 años, 81 sujetos murieron súbitamente. El riesgo de muerte súbita por infarto miocárdico se incremento casi 4 veces en aquellos con una frecuencia cardíaca en reposo de más de 75 latidos por minuto (Riesgo relativo: 3.92; IC: 1.91 a 8.00); 6 veces en los sujetos con un incremento en la frecuencia cardíaca durante el ejercicio menor a 89 latidos por minuto (Riesgo relativo: 6.18; IC: 2.37 a 16.11) y 2 veces en los sujetos con una disminución en la frecuencia cardíaca de menos de 25 latidos por minuto después de terminar el ejercicio (Riesgo relativo: 2.20; IC: 1.02 a 4.74).
Después de ajustar por potenciales variables confundidoras, esos tres factores se mantuvieron fuertemente asociados con un incremento del riesgo de muerte súbita, con un moderado aunque significativamente incrementado riesgo de muerte por cualquier causa, aunque no de muerte súbita por infarto miocárdico.
Como conclusión del estudio: El perfil de frecuencia cardíaca durante el ejercicio y la recuperación es un predictor de muerte súbita.
De tal manera que lo más recomendable es que No haga ejercicios a lo loco; hágase un chequeo antes de comenzar un programa de ejercicios, particularmente si es intensivo y lleve un control de su frecuencia cardíaca antes, durante y después de la realización de su entrenamiento. Lo más recomendable para ello es usar un reloj monitor cardíaco, el cual puede ser programado de acuerdo a las características del usuario y le indica de manera continua, no sólo la frecuencia cardíaca que usted tiene en todo momento durante su entrenamiento, sino si está por debajo o por encima del límite para su edad y sexo, permitiéndole que haga un entrenamiento cardiovascular más razonable.