SANTO DOMINGO (R. Dominicana).- El transfuguismo protagonizado por destacadas figuras de las dos principales fuerzas políticas de República Dominicana marcó el agitado proceso previo a las elecciones legislativas y municipales del próximo domingo en la nación caribeña de diez millones de habitantes.
El transfuguismo adquirió tal notoriedad que las propias formaciones partidarias tuvieron serios problemas para completar finalmente sus listas, en un proceso en el que la Junta Central Electoral (JCE) debió conocer decenas de impugnaciones de candidatos de casi todo el espectro político.
El oficialista Partido de la Liberación Dominicana (PLD) es, según las encuestas, el favorito para ganar los comicios, a las que están convocadas 6.116.397 personas para elegir a las autoridades municipales en todo el país, a 32 senadores y 183 diputados, y por primera vez, a los diputados locales al Parlamento Centroamericano (Parlacen).
Actualmente el Senado está controlado por el PLD que cuenta con 22 de los 32 miembros, mientras que el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) tiene seis y el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) cuatro.
En la cámara baja el PLD cuenta con 96 miembros, el PRD con 60 y el PRSC con 22.
El extraordinario "apetito" por el dominio de los cargos legislativos y de los ayuntamientos parece estar fundamentado, además de en el primario interés en aplastar al contrario, en el período excepcional de seis años aprobado en esta ocasión con el propósito de unir los próximos comicios a las elecciones presidenciales de 2016.
En una nación donde senadores y diputados tienen acceso a un millonario fondo destinado a distribuirse en "ayudas sociales" en sus respectivas comunidades, una exoneración de impuestos cada dos años para la importación de vehículos, un buen salario, gastos de representación y dietas, no es de extrañar, entonces, que todos quieran figurar en las papeletas de votación.
Además, las elecciones venideras parecen ser la última gran oportunidad del transfuguismo en este país, puesto que circula en el Congreso Nacional un proyecto de ley tendente si no a eliminarlo, al menos a reducirlo drásticamente.
Paradójicamente, la iniciativa legislativa es promovida por los dos principales partidos del proceso electoral, los mismos que llevaron al máximo el "cambio de casa" de algunos de sus destacados dirigentes.
El origen del problema parece estar en que para esta ocasión los partidos decidieron reservarse, en la mayoría de los casos, la elección de los candidatos a los cargos congresuales y municipales y no hacer comicios internos, causando irritación entre sus aspirantes, populares o no, que fueron "sacrificados" en nombre del "interés partidario".
Esa decisión de no realizar comicios internos de las formaciones mayoritarias, el PLD y el opositor PRD, dio inicio a una frenética carrera entre ambos por agenciarse el mayor número de miembros y candidatos descontentos.
El primer gran golpe de efecto provino del oficialismo cuando el diputado del PRD y ex ministro Técnico de la Presidencia Rafael Calderón anunció su pase al PLD en rechazo a la decisión de su partido de respaldar a otro dirigente como candidato a senador por la provincia de Azua, en el sur dominicano.
Calderón, alto dirigente del PRD, fue uno de los hombres de mayor confianza del ex gobernante dominicano Hipólito Mejía (2000-2004), quien dijo sentirse "traicionado" al conocer la decisión.
Sin embargo, y como para equilibrar las cosas, el dirigente Gilberto Serulle, quien fue el precandidato más votado a lo interno del PLD para aspirar a la alcaldía de la ciudad de Santiago (norte), la segunda del país, renunció a la militancia de esa organización para aceptar la nominación a ese cargo por el PRD.
Serulle adoptó esa postura en rechazo a la decisión del Comité Político del PLD de respaldar las aspiraciones del alcalde de Santiago, José Enrique Sued, alto dirigente del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), aliado del oficialismo.
Aunque esos podrían ser señalados como los casos más importantes, las renuncias y adhesiones de uno y otro bando continuaron hasta el último día del plazo que otorga la ley para la inscripción de las candidaturas, con el propio gobernante dominicano, Leonel Fernández, y el presidente del PRD, Miguel Vargas, dirigiendo el proceso.
La batalla terminó y ahora las urnas decidirán si la "estrategia del transfuguismo" fue lo suficientemente buena para el PLD en su interés de mantener su dominio congresual y municipal o, de lo contrario, logrará el PRD recuperar la gloria perdida.