480 mil mujeres trabajan como domésticas a veces bajo frecuentes agresión física y verbal - Barahoneros

martes, 26 de abril de 2011

480 mil mujeres trabajan como domésticas a veces bajo frecuentes agresión física y verbal


Por: Petra Saviñón.

Deidania González Jiménez trabajaba como doméstica en la casa de Miriam Brito y José Castro y según cuenta, allí sufrió las mayores vejaciones. El hombre la violó y cuando renunció, se negó a pagarle. El caso, harto conocido, terminó en la muerte de Castro, por la que fueron condenadas González y Brito, luego indultadas.

Por desgracia esta mujer no es la única “sirvienta” que tiene una historia sobre atropello que contar.

De hecho, organizaciones como la que agrupa a esas empleadas reciben quejas cada vez más frecuentes de agresión física y verbal y de otro tipo de abusos y estima que existe un elevado subregistro, que impide tener una cifra certera sobre la cantidad de excesos.

A esto se debe que pese a que alrededor de 480 mil mujeres se dedican a ese oficio, no existen estadísticas sobre las denuncias registradas por acoso o abuso sicológico o sexual dentro de las casas en las que sirven. Esto en modo alguno significa que no se reporten maltratos.

La razón de ese silencio se atribuye, según el sociólogo José Then en parte al temor a perder el trabajo, al desconocimiento sobre sus derechos y en ocasiones a que la agredida tiene miedo de que la culpabilicen.

“En muchos casos, el dueño de la casa actúa como si al contratar a una empleada adquiere sobre ella otros derechos. Muchas mujeres no saben cómo actuar, sobre todo, si son muy pobres y con bajos niveles de educación”, expresa.

De acuerdo con los datos de la Asociación de Domésticas, la mayoría de las quejas son por “los boches”, generalmente de parte de la empleadora o de los hijos y en grado menor, “del hombre de la casa”, siguen el acoso sexual, también se incluyen las exigencias para que haga labores que no fueron acordadas y los conflictos por la paga.

La siquiatra Luz Reginaldo explica que esas agresiones dejan marcas profundas, porque se ligan además del abuso en sí, la impotencia y la falta de orientación sobre dónde acudir a demandar justicia.

Tomasa Cuevas, que laboró por dos años como doméstica mientras estudiaba derecho, expone que “hay situaciones en las que el hombre o los hijos intentan tocar por detrás a la trabajadora o besarlas y que incluso, se les meten en la habitación. Es una situación incómoda, sobre todo, para explicarla a la señora”,

Afirma que son muchos los casos que quedan impunes porque la mujer no sabe que son penados y siente que todo se debe a su condición de pobreza y que para mantener el puesto debe asumirlos como normales.

Insta a las que son víctimas de cualquier tipo de abuso a denunciarlo y a demandar que se les respete como lo que son: seres humanos que rinden una labor y que en muchas ocasiones se vuelven brazo derecho y alma del hogar.