Desaparece en Santiago la industria del calzado - Barahoneros

jueves, 28 de abril de 2011

Desaparece en Santiago la industria del calzado


A Víctor Reyes sólo le quedan los recuerdos de los momentos de esplendor que vivió la microempresa del calzado en Santiago, pues hoy el oficio de coser zapatos se encuentra en extinción y con pocos signos de recuperación.

Y es que, de 500 zapateros afiliados al sindicato, en la actualidad quedan menos de 50 en todo el municipio. De ese total, sólo diez permanecen en Pueblo Nuevo, una barriada que acogió en su momento a cientos de trabajadores del calzado.

Reyes, con 76 años en el oficio de zapatero, recuerda que 15 años atrás contaba con diez empleados, pero tuvo que despedirlos a todos por falta de pedidos de sus suplidores. Reyes inició en la industria en 1935, en la fábrica de Antonio Sayed y, en 1950, cuando lo liquidaron, decidió montar tienda aparte.

Con el dinero de sus prestaciones, instaló su pequeño taller que aún mantiene en la calle Juan Isidro Pérez. El negocio era tan próspero que logró construir su modesta vivienda y criar una larga familia.

Un problema foráneo. Mario Robles Fortuna, quien presidió el sindicato, recuerda que cada negocio empleaba entre 20, 30 y hasta 50 trabajadores.

Atribuye la caída del sector al resultado de una política que planteó la destrucción de la producción nacional a favor del calzado chino. “Hoy en día todos los zapatos que llegan vienen de China y eso trajo consigo que la zapatería dominicana fuera desapareciendo poco a poco, unido a que los gobiernos de turno no han ayudado a la industria local, al punto de que permitieron a un funcionario que trajera 500 mil pares de zapatos del extranjero, pudiendo hacerlo con los de aquí”, dice.

Cree que es posible que resurja el sector, pero enfocado hacia los zapatos de piel, que por su alta calidad desplazarían a los calzados chinos que son sintéticos. El precio por docena, si se trata de calzados sintéticos, es de 125 pesos y de 300 cuando trabajan con pieles. La mayoría de los zapateros se suple de los materiales en la peletería Mustafá, en el sector Baracoa.

A Víctor Martínez, le apodan el Pra Pra, por su agilidad para coser zapatos. Asegura que puede entregar hasta cinco docenas diaria a sus clientes. Martínez es como una especie en extinción en la Bahía como es conocido el barrio Pueblo Nuevo.

Despidos forzados. “En 23 años que tengo trabajando este oficio, nunca la situación había estado tan difícil como ahora”, apunta Martínez.

Dalbin García, propietario de reparadora de calzados La 36, ubicado en la calle Luis Bogaert de Pueblo Nuevo, considera que la competencia China se ha convertido en la principal causa de la debacle del sector. “Fueron muchos los que se metieron en este negocio sin saber cómo se manejaba y se fueron a la quiebra, por la misma modernidad”, aduce García.

Al igual que sus demás compañeros ha tenido que despedir a sus tres empleados y trabaja sólo para no cerrar sus puertas. García refiere que antes, por cada calle de la citada barriada, había seis y siete negocios de calzado que, a causa de la crisis, desaparecieron.