Azua.- El sistema cloacal en Azua ha colapsado y las heces fecales inundad decenas de viviendas.
Los residentes en Azua de Compostela están desesperados ya que el sistema cloacal les mantiene desesperados.
Informaron que una laguna rebozada de heces fecales y la carretera de Monte Río no se puede transitar por el hedor que es inaguantable.
Las aguas negras andan por doquier por lo que temen brote de enfermedades.
Dicen que la gente no puede comer por el mal olor y al ver la heces lo que les provoca es dolor estomacal nauseabundo.
Pidieron a la Corporación de Acueducto solucionar el problema lo antes posible, ya que de lo contrario amenazan con lanzarse a las calles a protestar.
Colapsan las plantas de aguas cloacales en Baní,Barahona y SC
Prácticamente todas las plantas de aguas residuales de las ciudades de la región Sur están fuera de servicio. La mayoría colapsaron desde hace más de 15 años, lo que pone en riesgo de contaminación suelos y aguas subterráneas, según estiman técnicos ambientales de la zona.
En ciudades como San Cristóbal, Azua y Baní, la situación es sumamente grave, pero el fenómeno se extiende a otras como Neiba, Barahona, San José de Ocoa, Pedernales y Jimaní.
Sus sistemas de aguas servidas descargan directamente en ríos, lagunas y zonas agrícolas con su carga de elementos contaminantes físicos, químicos y biológicos, y a menudo en cuerpo de agua de uso humano.
En el caso de San Cristóbal, los reportes dan cuenta que la planta de tratamiento de aguas cloacales es el mayor foco de contaminación de la provincia. Esa planta fue construida en 1977, y lleva más de 15 años fuera de servicio.
Ubicada en el sector de Lavapiés, la referida planta recoge los desechos cloacales de una ciudad con más de 300 mil habitantes en cantidades que superan el metro cúbico por segundo. Esos residuos son lanzados al río Nigua sin ningún tipo de tratamiento.
Más de 20 años
En Baní el caso es alarmante, pues, según explicó Alexis Agramonte, técnico del Departamento de Salud Ambiental del Ministerio de Salud Pública, esta planta colapsó hace más de 20 años, y sus aguas, desde entonces, van a parar próximo al río Baní, hacia su ribera sur en una zona de pastizales agrícolas y de alta densidad poblacional, como son los vecindarios de Santa Rosa, Corbanal, Mata Gorda y otras localidades. Esto provoca la contaminación de las aguas del río, cuyo cauce desemboca al Mar Caribe a una distancia de algo más de siete kilómetros, pero en su trayecto cruza por más de una veintena de comunidades cuyas fuentes de aguas dependen de este acuífero.
Afirmó que esto es una bomba de tiempo para esta localidad, “ya que esta situación es un foco directo de contaminación de las aguas subterráneas del lugar, así como de suelos de vocación agrícola”.
Sobre este particular, Edwin Mercedes, encargado del departamento de Operaciones del Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (INAPA) aquí, explicó que ciertamente la planta está fuera de funcionamiento porque sus equipos mecánicos y electrónicos se dañaron “hace tiempo” y no se han podido reparar.
“Motores, aspas de aireación y los generadores de bacteria para descomponer los elementos sólidos, biológicos y otros que depositan aquí las redes del drenaje cloacal, ya no funcionan hace mas de 15 años”, precisó el técnico.
Igual descripción de ruina presentan otras plantas en ciudades sureñas como Jimaní Jimaní, Neiba, Azua, Ocoa, Barahona y Pedernales, pues los reportes que llegan de estos lugares indican sobre los daños en sus equipos de bombeo, de cloración, filtros, difusores de aire, equipamiento mecánico y electromecánico, sedimentadores y otros. Se sabe que hace años que fueron detenidos por el abandono, el olvido y la corrosión.
Descripción
Técnicos describen una planta de aguas servidas o aguas cloacales, como una instalación donde, a través de mecanismos motores y químicos, se les retiran los contaminantes a las aguas residuales, y sin riesgos para la salud ni para el medio ambiente al disponerlas en un cuerpo receptor natural (mar, ríos o lagos) o por su reuso en otras actividades de la vida cotidiana con excepción del consumo humano (no para ingerir o aseo personal).
Las aguas residuales, explican, son generadas por residencias, instituciones y locales comerciales e industriales.
Éstas pueden ser tratadas dentro del sitio en el cual son generadas, como tanques sépticos u otros medios de depuración “o bien pueden ser recogidas y llevadas mediante una red de tuberías –y eventualmente bombas– a una planta de tratamiento municipal”.
De acuerdo a cifras citadas por la viceministra de Medio Abiente, Rosa Urania Abreu, aún cerca de 1,100,000 dominicanos no tienen acceso a agua por acueducto y más de 1,360,000 habitantes no cuentan ni con las más mínimas condicones para la disposición adecuada de sus excretas.
ARREGLO COSTOSO PARA EL ESTADO
Desde el nivel central del INAPA, propiamente el subdirector de Operaciones, Dionisio Ayala, reconoció que esta es una situación sumamente delicada y que compromete seriamente la salud medioambiental y de los núcleos humanos que conviven en estos lugares.
Aunque aseguró que la ciudad de San Juan de la Maguana tiene en funcionamiento de forma regular su sistema de alcantarillado, junto con su planta cloacal, tras reconocer que los sistemas de las demás ciudades sureñas son infuncionales, pues todos están sumamente dañados, tanto que, según refirió, “son sistemas cuya reparación es altamente costosa para el Estado dominicano”.
Sin embargo, explicó que ya tienen en proyecto hacer importantes inversiones en esta área para rehabilitar unos nueve sistemas en la región, para lo cual se contempla la búsqueda de recursos con entidades y organismos extranjeros.
Otro problema que tiene que afrontar el INAPA con las plantas de tratamiento de las aguas servidas, indicó Ayala, son los crecimientos poblacionales de las ciudades con nuevos barrios para incorporar al sistema de alcantarillado cada año, así como los programas de asfaltado del gobierno y la construcción de nuevas calles y el soterramiento de nuevas tuberías.
Aseguró que “asumir los costos de estos trabajos sobrepasa el presupuesto fijo que tiene asignado la institución”.
No obstante, dijo que la calidad del agua y el saneamiento ambiental de los sistemas que las sirven, así como el destino final de los depósitos residuales de las mismas es una prioridad para el director del INAPA, Mariano Germán, que afirmó conoce del problema y trabaja en proyectos y planes encaminados a dar soluciones definitivas.