Por Carlos Morales.
NUEVA YORK - Mucho antes de que terminara la temporada regular de la NBA una gran cantidad de votantes a los premios de valores del año ya habían tomado su decisión en cuanto a quién debería cargar con los honores como Jugador más Valioso (JMV).
La gran actuación de Derrick Rose llevando a los Chicago Bulls a la cima de la Conferencia del Este (y finalmente al mejor registro de la liga), aun cuando el equipo había tenido que prescindir de varios estelares, debido a lesiones, por períodos bastante prolongados, convertía al base de apenas 22 años de edad en el favorito casi unánime para llevarse el galardón.
Pero si la decisión de quién debe ser el JMV ya está tomada, permítanme postular al que debió haberle dado un poco mas de competencia, para un premio que no existe, pero quizás debería existir en el futuro. Es que si Derrick Rose es el JMV de la NBA, Dwight Howard, el pívot del Orlando Magic, debe ser considerado el JMD (Jugador más Dominante).
Muy pocas veces hemos visto a un jugador élite tener una temporada tan destacada y recibir tan poco mérito por ella. Sencillamente, no hay jugador que afecte los dos lados de la cancha en el baloncesto como Howard. No lo hay, aunque los Kobe-amantes y los LeBron-súbditos discrepen de tal forma que estén dispuestos a imprimir esta columna cibernética solo para tener el placer de romperla en pedacitos.
Esta temporada, Howard logró varios hitos reservados solo para los verdaderos inmortales del juego. Sus 22.9 puntos, 14.1 rebotes y 2.4 tapas en una misma temporada son números conseguidos por apenas un puñado de centros en la historia; el más reciente de ellos fue Hakeem Olajuwon en la temporada 1989-90.
Su tercer premio consecutivo de Mejor Jugador Defensivo le pone en un club tan exclusivo que él es su único miembro. Ningún otro jugador, desde que se instituyó este galardón en 1983, ha logrado ganarlo en tantas ocasiones sucesivas; aunque hay que decir que Dwight necesita obtenerlo una vez más para igualar a los máximos ganadores de este laurel, Ben Wallace y Dikembe Mutombo, quienes lo consiguieron en cuatro ocasiones cada uno, aunque no consecutivas.
Si alguna duda quedaba sobre el dominio en ambos costados de la cancha y la importancia de Howard para su equipo, la misma debe estar quedando disipada en esta primera serie de postemporada ante los Atlanta Hawks; en la que, su equipo de Orlando se encontraba al borde de la eliminación 1-3.
En esos primeros tres partidos, el pívot nacido en la ciudad cuyo equipo enfrenta promediaba 33.3 puntos, 17.7 rebotes, 1.7 tapas y 46 minutos de participación por partido, al tiempo que lanzaba 67.3% de campo.
De no ser por su actuación, el Magic estaría al borde del precipicio con un incuestionable 0-3; pues la producción del centro representa el 38% de los puntos y el 40% de los rebotes conseguidos por su equipo en lo que va de serie. Además, si se restan los intentos y logros de Dwight, el resto de sus compañeros lanza para un raquítico 33% combinado desde la cancha, porcentaje con el que es casi imposible ganar.
Anoche se jugaban la vida en su serie ante Atlanta.
De hecho, el técnico Stan Van Gundy piensa que para poder salir airoso en esta serie debe tratar de mantener a Howard en cancha por el mayor tiempo posible, como lo evidencia el que en esos primeros tres partidos descansó un total de 6 minutos y en el único que han podido ganar hasta el momento no salió de juego ni siquiera un segundo.
Claro que ningún atleta es perfecto y el JMD de la NBA no es la excepción.
Técnicamente todavía tiene que mejorar muchísimo en su porcentaje desde la línea de tiros libres (60% en temporada regular y 68% en esta serie). Aunque ha mejorado mucho en su juego de espalda al aro, aún puede añadir un par de movimientos más fluidos para contrarrestar el juego físico al que le someten sus rivales.
Más uso de un tiro a media distancia que ha mejorado muchísimo quizás sería la solución para no ser víctima de tanto maltrato en la llave.
En el aspecto emocional, debe seguir madurando para evitar ser un imán para las faltas técnicas que le llegan como resultado de sus protestas y desplantes a los árbitros.
Así como por su disposición al desquite contra los jugadores que le cometen faltas fuertes; especialmente cuando él siente que los jueces no son capaces o no les interesa protegerlo de tal castigo alevoso por parte de sus rivales.
Es aquí cuando decide tomarse la justicia en sus manos y termina entrando en una batalla machista con un rival menos talentoso pero más mañoso que, solamente con involucrarle en esa patraña, ya ha salido ganando.
En su defensa hay que decir que ningún otro jugador recibe ni remotamente la cantidad de faltas que Dwight recibe (más de 750 en temporada regular), con la fuerza del impacto y saña que usualmente las acompañan; con el agravante de que ni una sola de estas faltas fue cobrada como flagrante. Obviamente, Howard no parece ser uno de los jugadores favoritos de los señores del silbato y el sentimiento parece ser mutuo de parte de él hacia ellos.
Estas deficiencias reales y otras que me parecen una soberana tontería (en tiempos pasados algunos analistas decían que Howard no podía ser un ganador consumado porque sonreía demasiado cuando jugaba; como si un gesto adusto o tosco tuviera tanto que ver con la actuación sobre la duela), han hecho que no sea mencionado constantemente entre los grandes jugadores de la NBA que puedan llevar a su equipo al campeonato, por lo cual nunca es un favorito para el premio de mas valioso, aun cuando es claramente el jugador más imponente de la competencia.
No importa Dwight; si no te toman en cuenta para JMV de la NBA, yo te postulo para otro galardón, el JMD del planeta. ¿Qué te parece?