Parecían idénticos e incluso compartían el mismo apellido, pero los dos prisioneros en la foto eran realmente personas diferentes y su notable caso ayudó a crear la identificación por huellas dactilares.El hombre de arriba se llama Will West, el hombre de abajo se llama William West, y ambos fueron condenados a la cárcel de Leavenworth en La Penitenciaria de Kansas, hace más de 100 años.
La llegada de Will West a la cárcel en 1903, causó que el secretario de prisiones se confunda, porque estaba convencido que lo había procesado hace dos años.
El secretario M.W. McClaughry, sacó la foto de archivo de William West, que parecía casi idéntica a la Will West y le preguntó si había estado alguna vez en la cárcel antes.
West dijo que no.
McClaughry luego se dedicó a efectuar las mediciones de las principales características físicas, que era lo habitual para identificar a una persona.
McClaughry, siguió convencido que el hombre había estado en la cárcel, miró su nombre en su sistema de archivo y encontró un tal William West, que parecía idéntico a Will West.
Incluso compartían las mismas medidas. Pero Will West insistió a McClaughry que no era él: “Esa es mi imagen, pero no sé dónde la tiene, porque yo nunca he estado aquí antes”, manifestó.
Para sorpresa de McClaughry, él tenía toda la razón, William West era una persona totalmente diferente y de hecho había sido admitido en la prisión hace dos años por asesinato.
El caso puso de relieve las fallas en el método de Bertillon y no pasó mucho tiempo antes que las autoridades de EE.UU. consagraran a las huellas dactilares, como el mejor método de indetificación.
Su pionero fue el sargento de Scotland Yard. John K. Ferrier, quien se reunió con McClaughry en la Feria Mundial de San Luis en 1904, Le dijo al funcionario de prisiones de EE.UU. cómo Scotland Yard había estado usando las huellas dactilares en los últimos tres años.
El uso de huellas dactilares se había iniciado realmente en 1858 con Sir William James Herschel, presidente del tribunal del distrito de Hooghly en Jungipoor, la India, que pedía a locales finiquitar sus contratos de negocios con la impresión de sus palmas.