Los talibanes los llaman los "mosquitos". Pero saben que su picadura es letal y así le temen.
Para las fuerzas terrestres británicas en la provincia de Helmand, en Afganistán, el ver y escuchar a un helicóptero Apache en los cielos cercanos es una sensación reconfortante.
La aeronave es piloteada por una tripulación de dos hombres del cuerpo aéreo del ejército británico, entrenados primero como soldados y luego como aviadores.
Ellos saben lo que se siente al estar en una posición vulnerable en el terreno.
El plan ahora es utilizar los Apache británicos en Libia, luego de que el primer ministro David Cameron aprobase su envío a la zona de hostilidades.
La ventaja de estas aeronaves es que pueden quedarse encima de objetivos potenciales, ofreciendo disuasión, inteligencia y apoyo aéreo cercano por horas a la vez.
Pero el Apache también puede acercarse si es necesario, empleando su cañón de 30 milímetro o sus misiles Hellfire, entre otros, de alta efectividad contra tanques y todo tipo de vehículos blindados.
Los Apache originales de las fuerzas armadas de Estados Unidos tuvieron un destacado papel en la Guerra del Golfo de 1991 y los modelos británicos están en servicio desde 2004.
Calor del desierto
El Apache es apreciado por su tripulación y las tropas que apoya porque puede operar de día y noche, en mal tiempo y en climas que van desde el Ártico hasta el desierto. Filtros especiales evitan que el polvo y la arena entren a los motores.
Así que las condiciones de Libia no deberían presentar muchas dificultades técnicas para los Apache. Sin embargo, la habilidad de operar mucho más cerca a los objetivos trae consigo sus propios peligros.
Es lo más cerca que las fuerzas británicas y francesas pueden llegar a los efectivos del coronel Gadafi sin enviar tropas terrestres, aunque algunas fuerzas especiales francesas ya están en el terreno.
Enviar a los Apache y a los helicópteros franceses Tiger a la campaña libia es una apuesta calculada en términos políticos y militares. Hay más peligro para los tripulantes comparados con los aviones jet que se mantienen a suficiente altura para evitar el peligro.
El riesgo para los tripulantes de los helicópteros es que Libia todavía tiene algunas defensas aéreas y las fuerzas a favor del gobierno tienen acceso a misiles antiaéreos portátiles.
La razón principal para usar helicópteros de ataque es su capacidad de alcanzar a francotiradores individuales o a fuerzas oficialistas escondiéndose entre civiles, o en edificios tales como escuelas y hospitales, con menos riesgo de daño colateral comparado con el uso de misiles más grandes lanzados a seis kilómetros de distancia.
Cerca del peligro
Pero al mismo tiempo, están más cerca de los misiles libios y del fuego de sus ametralladoras pesadas, aumentando el riesgo de bajas británicas y francesas.
No obstante, algunos en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) esperan que el uso de estos helicópteros le de la vuelta al conflicto, que parece haber quedado estancado a pesar del uso de bombardeos de precisión por las fuerzas aéreas británicas y de otros países de la coalición.
Aunque los bombardeos con jets siguen deteriorando la capacidad de comunicación, defensa y reabastecimiento de las fuerzas de Gadafi, no han ayudado a que los rebeldes puedan derrocar al coronel.
El uso de estos helicópteros podría ayudar a concretar este objetivo.
Pero sigue siendo una apuesta y otros piden recordar lo que pasó con los helicópteros Black Hawk estadounidenses derribados en Somalia en 1993.
En últimas, los pilotos dependerán de su entrenamiento, y de las tácticas, técnicas y procedimientos que perfeccionaron a lo largo de muchas misiones en Afganistán y en Irak, para evadir a los misiles enemigos a medida que la misión de la OTAN sobre Libia entra en una nueva fase.